Nada, que no me concentro. Que no lo consigo. Que es más fuerte que yo, por Dios bendito. Que me gusta leer tebeos es archisabido, que voy a tener que empezar a bajarlos a la basura como si hubiera hecho pedacitos al vecino, porque ya no cabemos en casa, también. Que son mi amor más antiguo, casi con toda seguridad.
Pero no puedo leer tebeos en sentido inverso, oigan. Que me mareo. Y sé que me estaré perdiendo cosas cojonudas, pero que es más fuerte que yo, lo siento. Empiezo a leer y veo que, por mi cultura, por mi tradición, por todo lo que llevo leído y escrito y soñado y vivido y repetido, los personajes se saltan el eje, se contestan cuando tendrían que preguntarse, suben cuando tendrían que bajar y los hieren en la viñeta después de que mueran.
Es el signo de los tiempos, la pijolada de editar en formato manga. Vale que los nipones sean muy suyos, pero seguro que cuando se les traduce una novela de algún autor americano no se les trabuca el sentido de lectura a ellos. Pues eso. Entre los deseos de diferenciarse de unos y los deseos de sacar pasta de otros, y aquello de oh, por Dios, no romper el concepto de la creación, nos obligan a leer tebeos boca abajo.
Y yo no puedo. No sé. Me lío, me confundo, me cabreo, me pierdo.
Lo malo es que, cuando se publican en sentido occidental (o sea, como usted está leyendo esta bitácora), al darle la vuelta al fotolito todos los personajes son zurdos. Un detalle menor que no tienen en cuenta, por aquello de respetar la "concepción original del autor", y que hace nos traguemos escenas ridículas como dos tíos estrechándose la mano izquierda, los nazis saludando con la siniestra o a Darth Vader cercenándole a Luke Skywalker la mano que no era. Con lo sencillo que es dar otra vez la vuelta al fotolito, solamente, a esa viñetas "diacríticas".
Pero no. El papanatismo nos invade. Hay que respestar las obras de arte tal como son. O sea, que nada de ver la Mona Lisa en postal: a verla en el Louvre por cojones. Y ya pueden ustedes ir quitando de la cabecera de la cama el Cristo cubista de Dalí, y los posters con las sopas Campbell. Todo sea por respetar los derechos de los autores, que están en su derecho de exigirlos.
Y los lectores de cumplirlos o no.
Por mi parte, ya les digo, me estoy perdiendo muy buenos tebeos, pero por ahí no paso. Una cosa es el sentido de lectura y otra cosa es tener sentido en la lectura.
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