Estoy leyendo el libro de moda, ya deducirán ustedes cuál es, y lo mismo cuando lo termine en unos días hago aquí mi comentario, que de momento y como era de suponer no es positivo.
Y mientras trato de explicarme por qué ese libro, como tantos otros, no me dice nada, creo que he descubierto el motivo. No estoy en contra de los best-sellers (qué más quisiera yo que uno de mis libros se convirtiera en uno), y algunos de los mejores ratos que he pasado leyendo han sido con libros que quizás no tuvieran (y sin quizás) ese mínimo literario imprescindible que se supone tiene que tener todo eso que aparece escrito e impreso. Pero, claro, hay best-sellers y best-sellers. No se trata de juntar letras ni de acumular peripecias, ni siquiera de ser original en la trama y sus vericuetos.
Se trata, simplemente, de que el libro tenga un alma. O, lo que es lo mismo, de que ese libro tenga música. He gozado con libros-ladrillo y con libros-chicle porque escuchaba la cadencia de la frase (incluso en traducciones), con la estructura de la trama, con los trucos de prestidigitador del narrador de turno: con el montaje de los capítulos y los apartes, las cartas en la manga que te impulsan a seguir leyendo hasta apurar la última página y decir, qué lástima, hasta siempre.
Esa creo que es la clave. Cada libro, cada novela, cuento, historia, relato, poema (y esto es obvio) debe tener su propia música, su propia cadencia, su ritmo marino. Y una vez que el lector entra en esa sinfonía de olas que es la historia escrita, ya no debe dejarlo, por el simple motivo de que ya no debería poder hacerlo.
Escribir una historia es, en muchos aspectos, escribir una obra musical. Hay autores y libros que solo tienen una nota que se repite ad nauseam. Hay autores y libros que ignoran la madera con la que trabajan y hacen sillas sin pulir, con el resultado cacofónico que es de temer, aunque a pocos importe. Y hay autores y libros que ensayan y giran, que bailan y tocan, que improvisan y mejoran y tienen dentro la idea de que están marcando un compás, y que ese compás es único para la historia que cuentan, porque simplemente no puede haber otro, ni la historia puede ser contada de otra forma sino con esa banda sonora propia que ella misma crea letra a letra.
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