Qué cabronazo. Lo ha vuelto a hacer, Aaron Sorkin. Me acabo de tragar el primer episodio de la tercera temporada de El Ala Oeste, esperando ver cómo el presidente Bartlet encaraba la campaña de reelección y la reacción de la opinión pública sobre sus mentiras sobre su esclerosis lateral. Pero no, me aparece Martin Sheen diciendo "Hola, soy Martin Sheen", y me ha dejado, el episodio y la presentación, boquiabierto.
Ya lo avisan desde el principio, los propios actores, no sus personajes: Este episodio no entra en la continuidad de la serie. No hace falta. Es, quizás, el mejor episodio que he visto hasta el momento: Isaac e Ismael, se llama, y es el primer episodio de la tercera temporada, insisto, y es el episodio que se emite justo al socaire de los atentados terroristas del 11 de septiembre. Aunque he visto el DVD, se incluyen los teléfonos para colaborar con los fondos para ayudar a las familias de los bomberos y policías que fueron víctimas, como se hizo en su pase televisivo en las pausas publicitarias.
Qué episodio, por Dios, qué capacidad de concreción, que poesía en la sencillez y la firmeza. Una alarma sobre un terrorista inidentificado obliga a aislar la Casa Blanca: nadie sale, nadie entra. Un grupo de estudiantes pre-universitarios, de visita, tiene que quedarse en el comedor, y recibir las charlas de los diversos miembros del personal de la Casa Blanca para entretenerlos, mientras se intenta resolver la emergencia: ese terrorista árabe coincide en uno de sus alias con un trabajador de la misma Casa Blanca, un matemático que está recibiendo formación para ser criptógrafo.
La historia se desarrolla en dos frentes: por un lado, Joss Lyman y los chavales, quienes hacen preguntas sobre el islamismo, el terrorismo, la libertad, incluso la pena de muerte, a las que van respondiendo uno por uno los miembros del elenco. Y por otro lado, el interrogatorio al sospechoso de terrorismo por parte de Leo.
Con sencillez, con una claridad de ideas meridiana, la lección: "Extremismo islámico es al islam como el KKK es al cristianismo". Prístino, clarísimo, cada frase que todos dicen tendría que ser tallada en piedra. Hay que tener muchísimos cojones para lanzar este episodio al aire en medio de las secuelas de un atentado y de la oleada de xenofobia que éste sin duda provocó entre los nortemaricanos (y ya estamos viendo nosotros mismos cómo se respira eso).
Lástima que George Bush no entendiera este episodio. Lástima que, si se emite alguna vez en España esta defensa de la democracia, de la tolerancia, de la libertad y del respeto, sea por la segunda cadena, a deshora, porque merecería la pena que se pasara en horario de máxima audiencia. Para que todos aprendan. Para que todos comprendan.
Tendrían que pasar este episodio en las escuelas. Aunque sea en inglés y con subtítulos, yo mañana voy a hacerlo en mis clases.
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