No me gusta pero que nada la Semana Santa, percepción de la vida que además quedó potenciada ad infinitum cuando leí Juliano el apóstata y añoré la belleza de los dioses clásicos en contra de la complacencia por la ensaltación del sufrimiento que es característico de estos días del año. Pero, por lo mismo, no voy a darle más jarilla al tema: a mí no me hace mucha chispa, sé que hay gente a quien le encanta, y (no pun intended) santas pascuas. No insistiré en ese tema.
Hoy es, de todas formas, el día de los niños en esto de la Semana Santa. Hoy se ve a críos pequeñines pequeñines vestidos de penitentes con capirotes enormes, la cara todavía al descubierto, y eso me llena de ternura, aunque más de una vez, por el tamaño de las palmas que acarrean, hayan estado a punto de saltarle un ojo a alguien. De este día llevo cosidos en el recuerdo dos detalles: uno, hace muchos años, que fui a los toros antes de ver la Borriquita, qué cosas; otro, que supongo que todavía se mantiene, la paradoja del refrán que se aplica: Domingo de Ramos, quien no estrena se le caen las manos. O sea, que además del sanedrín y Poncio Pilatos, Emidio Tucci y los de El Corte Inglés tuvieron algo que ver allá en Judea hace mil novecientos noventa setenta y un años.
Lo divertido es, claro, la réplica que da el pareado con el que continúa el mismo refrán: Y el que estrena, se condena. Aquello llenó de desazón más de un domingo de Ramos de mi infancia, esos que siempre te dejaban los dedos de los pies hechos polvo, porque se solían estrenar zapatitos blancos y calcetincitos a juego que hacían que el cansancio de estar allí plantado durante tantas horas viendo pasar capirotes y más capirotes se multiplicara por el dolor de pies insoportable.
¿A quién se hace caso, entonces? ¿Se estrena hoy o no se estrena? ¿Nos quedamos mancos o nos vamos al infierno? Dura cuestión que, aquí en Andalucía, se solventa estrenando también, ya para el verano, la semana que viene, el domingo de Resurección, que ya huele a jazmín y, sobre todo, a feria.
Mientras tanto, si hace buen tiempo, todavía usamos los bañadores del año pasado y nos damos el primer paseíto por la playa.
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