Mi muy estimado amigo:
Es la primera vez en mi historia que un presidente del gobierno es más joven que yo. Por muy poco, eso es cierto, pero me tomo la libertad de tutearte en este mensaje que sé que no te va a llegar nunca.
Somos, más o menos, de la misma quinta. De una quinta que yo creí que nunca iba a llegar al poder: lo habían tenido los mayores y lo tendrían los más jóvenes, nunca aquellos que no tuvimos edad para votar en las primeras elecciones democráticas que conocimos en este país nuestro.
Ahora ha llegado tu hora y me gustaría, de verdad, que fuera también nuestra hora, la de todos aquellos que vivimos la transición y el cambio como lo que fue: una luz de esperanza, un camino hacia un futuro mejor para todos. La situación que te cae en las manos es, me parece, muy parecida a la de aquella etapa de consenso donde todos fuimos un poco más comprensivos con las ideas del otro.
He escuchado tus mensajes de las últimas horas. Sé que tú sí pensabas en ganar las elecciones, aunque fuera por un punto de diferencia. Sé que sabes, como sé yo, los condicionantes que han impulsado al pueblo español a votar in extremis una opción que nos rescatara de todo lo que se nos había venido acumulando en los últimos años y que por desgracia rompió el límite estos tres últimos días. Sé que no eres tonto, que eres joven y tienes ganas de trabajar, y que no se acaba el mundo si tú gobiernas porque la grandeza de la democracia es precisamente esa, la alternancia. Sé que te juegas mucho: si hay dos personas que yo no quisiera ser hoy (ni, posiblemente nunca), sois tú y el señor Aznar. Ya imaginas por qué. Sé que te juegas mucho y contigo nos jugamos mucho los casi once millones de personas que te han votado y todo el resto de la población que queda a tu merced. Espero que se te juzgue, y se te juzgue bien, dentro de cuatro años. Espero que nos demuestres que la confianza que hemos depositado en ti no es un espejismo.
Porque, verás, tiene que haber otra manera de hacer las cosas. La democracia es frágil como el cristal, y como el cristal tiene que ser transparente. Luz, más luz, que dijo Goethe en su lecho de muerte. Luz, más luz, que digo yo en lo que es ahora un momento de nacimiento: para ti, para todos.
Otro socialista, hace muchos años, me explicó lo que era la política: yo te doy hoy para que tú me des mañana. Ya estaba, implícitamente, hablando de concordancia, de tolerancia, de saber estar, de elegancia, de acuerdos, de pactos. Eso hemos hecho hoy contigo: te hemos dado para que nos des mañana, y tú tienes que seguir dándonos para que revalidemos ese contrato dentro de cuatro años.
Te he escuchado y, de verdad, parece que va a haber un cambio de talante. Necesario es, indispensable: hay que escuchar al contrario, hay que llegar a acuerdos en las guías comunes de este país que es de todos, hay que instalarse de nuevo (o por primera vez, si alguien no cree que antes lo hayamos visto así) en el respeto. La política tiene que ser, ahora y siempre, un pacto entre caballeros.
Tienes encima, claro, el sambenito de la precipitación de la decisión del voto. Y, aún peor, el arrastre de la mala reputación de gobiernos socialistas anteriores, esos donde hubo quien olvidó los cien años de honradez y firmeza e hicieron que pagaran justos por pecadores. En ti y en los hombres y mujeres que elijas para acompañarte está el hacer cambiar esa impresión, equívoca o no, que tiene tanta gente. En ti y en los hombres y mujeres que elijas para acompañarte está el dejar claro que ser de izquierdas no es ser ladrón (como tampoco el ser de derechas es mentir, ni ser fascista, por otra parte).
Cruzo los dedos por ti y por nosotros. Me ha gustado tu forma de hablar de estos días: y me ha gustado que digas que no vas a cambiar. Ojalá sea cierto. Ojalá tú no cambies y nos cambies, para bien. Nos hace falta.
Comentarios (22)
Categorías: Un poquito de seriedad