Los arcanos motivos de los programadores de nuestras televisiones han hecho, entre otras cosas, que quienes siguen las pocas series que en nuestro país se emiten hayan perdido de vista cómo se ven esas series. Y esas series se ven, normalmente, cada semana. Aquí, desde tiempo inmemorial, se sustituyó el episodio semanal por, a veces, la emisión diaria (lo que llevó a que se acumularan episodios y episodios de series-río o, simplemente, se nos acabara el chollo después de dos semanas y media), pero de un tiempo a esta parte les ha dado por emitir dos (o tres) episodios seguidos, encima a deshora: sólo para insomnes o gente que no tenga que fichar al día siguiente... o que tenga ingentes cantidades de cintas vírgenes de video o montoncillos de brillantes discos de platino para el deuvedé. Parece que a las teles les corriera prisa por desembarazarse del material que compran, ¿no? Nuestros programadores, me parece, estarían mejor colocados en un todo a cien, o en un saldo de febrero, todo al cincuenta por ciento, y a cambiar el escaparate.
Viene esto a cuenta porque uno ha sido seguidor de la serie Angel directamente en deuvedé. O sea, se ha atiborrado de episodios y más episodios según el único programador inteligente que conozco: yo mismo. Es decir, los he visto cuando me ha venido en gana. Como me quedé con un mono enorme tras el apabullante cliffhanger de la tercera temporada (y he de decir que la segunda temporada es quizá de lo mejorcito que ha aparecido en el whedonverso, lo que ya es decir mucho, pero mucho de verdad), tuve que recurrir, lo saben ustedes, a artes malignas a la espera de que las demás temporadas vayan saliendo en dvd. Hice lo mismo con la séptima (y última, sniff) de Buffy, pero me confieso y hago penitencia y ya las tengo pedidas en dvd para cuando salgan por lo legal dentro de un mes y pico. Tanto la cuarta temporada de Angel como la séptima de la Cazadora las vi de corrido también, no como en teoría habría que verlas: semana a semana. Y cierto es que, como dicen los puristas, al ser un arco cerrado, un macroepisodio continuado en cada una de las dos series, esa es quizá la manera en que hay que ver esas dos temporadas.
La quinta temporada en antena de Angel vuelve a lo básico, con un interesante giro de tuerca: el nuevo empleo de los protagonistas y la llegada de Spike. Y una nueva filosofía: episodios auto-conclusivos. Más bien, episodios más fáciles de seguir por el espectador ocasional, sin que veamos cada semana un trocito de un arco narrativo de veintidós partes.
Los tres últimos episodios que he visto, "Soul Purpose", "Damage" y el centésimo, "You?re Welcome" demuestran la sabiduría de esa propuesta. Porque son de lo mejorcito que le ha pasado al vampiro con alma en mucho tiempo, llenos de inventiva, sorpresa, humor, tragedia y desesperanza.
El primero de ellos recuerda a aquel viejo episodio de Superman que guionizó Alan Moore y dibujó Dave Gibbons: "El hombre que lo tenía todo". La guinda del episodio la pone la dirección del propio David Boreanaz... y la verdad es que el hombre no solo lo hace bien, sino que las escenas de peleas y los juegos de cámara hacen que uno empiece a tenerlo en cuenta. El episodio, además, tiene un jugoso subtexto añadido: Spike decide convertirse en luchador contra el mal, y en las pesadillas que Angel va sufriendo vemos cómo es consciente de que está siendo dado de lado. Y ahí está la gracia, porque Boreanaz no es tonto (ya tardan ustedes en buscar al bellezón playmate que tiene por esposa) y se da cuenta de que la serie se le está escapando de las manos. En los celos de Angel se puede leer perfectamente los celos del actor: no es extraño que haya anunciado ya que no sabe si en el futuro seguirá en la serie. Complejo de Sarah Michelle Gellar, me temo, Whedon.
El segundo episodio, "Damage", nos enfrenta de nuevo a Spike consigo mismo, hasta hacerlo reconocer (junto con el propio Angel) que es un monstruo y que ha disfrutado de serlo. Tiene, además, la sorpresa de la vuelta de un personaje absolutamente maravilloso, ese apocado y amanerado Andrew de la sexta y séptima temporadas de Buffy que ahora trabaja como adláter de Giles y se anuncia a sí mismo como "Slayer of the Vampyre". Hay humor en ese personaje, y mucha tragedia también: como buena parte de los personajes del whedonverso, también el friki por excelencia que es Andrew (desbancando a Xander, que ya es un hombre de provecho) está también en un camino de redención. La premisa del episodio, una slayer psicótica que no sabe lo que es, nos permite echar un vistazo más allá del final de la temporada de Buffy. La escena final en el muelle es antológica. Uno casi desea seguir a Andrew y ver cómo les va a la peña.
Pero el episodio que marca el centenario, "You?re Welcome" es, sencillamente, magistral. Si uno pensaba que los dos anteriores habían rozado la perfección, este va más allá. El regreso de Cordelia, el encuentro de los viejos amigos, y sobre todo el detalle de hacer ver a Angel (como ya lo hizo ver Andrew en su despedida en el capítulo anterior) que está al otro lado de la línea y que se ha equivocado en su decisión marcan un nuevo punto de inflexión en esta temporada. Angel, igual que Spike dos capítulos antes, ha tenido su momento de epifanía gracias a Cordelia. Ahora no puede negar que sabe que está siendo manipulado y que las cosas solo le pueden ir de mal en peor. No destriparé el final portentoso de este episodio, pero basta recordar que una de las caracteríticas de las series de Joss Whedon es que es capaz de sorprendernos incluso a los que, en teoría, nos dedicamos a esto de escribir historias y engañar al público. La reacción de Peter David en su bitácora es paralela a la mía propia. Un final magnífico para un episodio que es, desde ya, uno de los mejores de la larga marcha de la serie.
Angel, les decía, ya sabe que no puede dejar que lo manipulen, que no es una marioneta. ¿O no? La fotografía que acompaña este artículo, de uno de los episodios venideros, parece que lo confirma... o quizá ya sea demasiado tarde para dar marcha atrás.
No cabe duda, el ángel remonta otra vez el vuelo.
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Categorías: Buffy y Angel