Todavía no ha empezado el carnaval y ya está liada. Bueno, no ha empezado para mí, que todavía no he escuchado ni una sola agrupación: hasta que Canal Sur, lo he dicho ya por aquí, no empiece con los resúmenes, no empezaré a enterarme de qué va la cosa este año. Es lo malo de que ya no existan las sesiones de tarde en el concurso, lo único que me permitía estar al tanto: me van a perdonar los carnavaleros, pero por la noche uno tiene muchas pelis que ver, muchos Grissoms que admirar y muchos libros que leer.
Bueno, pues todavía no ha empezado el Carnaval-Carnaval (que es, no lo olvidemos, el de la calle), y la polémica ya está servida. Ya tenemos el lío. Cajonazo antes de tiempo, nada menos. Para los foráneos: cajonazo es cuando una agrupación que merece estar en la final no pasa a la final y se queda fuera, o sea, se guarda en el cajón. Todos los años hay un montón de cajonazos (cada agrupación se considera, of course, cajonazo agraviado), por una sencilla razón matemática: si se presentan al concursete ciento y pico agrupaciones y a la final solo pueden pasar doce o quince, imaginen.
Este año el cajonazo, como el Gordo de navidad, ha salido temprano. El afamado Coro de la Viña se ha quedado fuera... ¡de semifinales! Y alguna comparsa que no conozco ni me interesa (la comparsa es para mí un sentimiento adolescente que he dejado atrás, como mi propia adolescencia: a cierta edad uno admira cada vez más la chirigota). Y claro, ya se ha liado, les decía. Las protestas, los insultos, las quejas continuas de persecución... Ser jurado del concurso del Falla es peor que ser árbitro de fútbol y equivocarse en un penalty un final de campeonato, vaya.
Todos los años lo mismo. A las ínfulas de los carnavaleros (tan admirables, desde luego, por otras muchas cosas), se suman las quejas de conspiración continuada. Siempre-siempre el jurado es malo, obedece a ocultos tejemanejes en la sombra, está al servicio de no-se-sabe-quién. Como resulta que los cajonazos van cambiando de año en año, no sé, de verdad, si detrás de la maldad de los jurados está Saddam Hussein (que este año ya no), o Bin Laden, o Darth Sidious o el mismísimo Sauron.
Porque, verán ustedes, señores de fuera (y recuérdenlo ustedes, señores del carnaval, o sea, de dentro-dentro), el jurado cambia cada año. Son hombres y mujeres diferentes que los carnavaleros mismos eligen. Y las matemáticas son una ciencia exacta precisamente porque no se equivocan: votar en un jurado es tan simple como puntuar y luego contar los votos. Y quien se queda fuera de la línea, se queda fuera de la línea.
¿Tan difícil es meterse eso en el coco? ¿Tan seguro está todo el mundo de su verdad que ve fantasmas en todas partes? ¿No puede uno promocionar su charanga-coro-chirigota-comparsa-cuarteto-romancero si no crea polémica y, de paso, insulta?
Para colmo de males, resulta que al miembro del jurado a quien se acusa este año de malo malísimo de la galaxia ha sido, durante muchos años, miembro del coro que se ha quedado fuera, y miembro también de la comparsa de quien pone la música a ese coro. Y se le ha amenazado, insultado, vilipendiado, e incluso se le ha intentado agredir. Hasta con escolta policial ha tenido y tiene el pobre que salir del Falla.
Y como resulta que es hermano de un amigo mío y de ustedes que suele visitar esta bitácora de tarde en tarde, pues lo tengo que repetir otra vez: las matemáticas no fallan. No se puede buscar fantasmas donde no los hay. O se acepta que uno se somete al veredicto de unas cuantas personas o, sencillamente, no se presenta uno al concurso.
Ya se lo habíamos advertido aquí a nuestro amigo, hace dos semanas, en el club, porque resulta que Vicente73 también ha pasado por esa experiencia: su padre fue jurado hace años y también sufrió el acoso y el desprecio y hay quien le ha retirado el saludo desde entonces.
No sé yo, si con la que está cayendo, meterse a miembro del jurado compensa. Ni siquiera por ligar con una (o con muchas) de las ninfas.
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