Pues eso, que pasamos el otro día un tarde divertida en la Tierra Media. Viendo, claro, la versión extendida de Las dos torres en el nuevo aparato de DVD.
Y, como ya imaginaba, y a pesar de que el espectáculo visual pierde mucho mucho en pantalla pequeña (y la pantalla de mi tele no es pequeña, precisamente), la historia gana con el metraje añadido. Y gana no porque sea más fiel o menos fiel al libro original (hace más de veinte años que leí el libro y nunca he tenido tiempo de volver a releerlo más allá de The fellowship of the Ring, porque cuando me lo relea será en inglés, faltaba más), sino porque le encajan mejor las escenas, la historia se desarrolla de manera más fluida y, sobre todo, los personajes se definen mejor a sí mismos.
Se achacó a la película, en su estreno en cines, la escena en que Aragorn cae al río y se separa de los demás. Y sin embargo, viendo la versión extendida (curioso cómo anoche mismo hicieron un chiste en el Un, dos, tres... a costa de eso), esa escena sirve para indicar ya el carácter regio de Aragorn: una escena eliminada lo muestra siendo el único capaz de tranquilizar al caballo sin amo del hijo del rey, y convenciendo a los demás para que lo dejen libre. Cuando Aragorn se pierde, es ese caballo quien lo recoge, y es por tanto el heredero de un rey el único que puede montarlo (se ve que el caballo no tiene silla, ni cinchas, sino una cuerda al cuello). También esa idea de Aragorn como heredero de una estirpe extinta se recrea en una conversación entre Saruman y Lengua de Serpiente que saltó en la versión cinematográfica, y hasta no se tiene reparos en contar aquí en petit comité la verdadera edad del montaraz, para asombro de propios y extraños.
También Boromir y Faramir y su papá quedan por fin encajados en la historia: la obsesión del senescal por su hijo mayor (con o sin palantil por medio), y sobre todo el encargo de éste a Boromir de que vuelva con el anillo (detalle que no sé si está en el libro pero que convierte el drama familiar en algo mucho más intenso y épico). La decisión de Faramir de dejar escapar a Frodo en el último momento y, sobre todo, ver cómo todo esto encaja con El retorno del rey hacen que la película forme parte de un todo que, me parece, tendría que haber sido estrenado tal cual en las grandes pantallas.
La única pega es que, con el metraje superior, la aventura de Pippin y Merry queda todavía algo más descompensada y parece poco importante.
Ideal para pasar una tarde de calefacción y palomitas. Y, no, por cuestiones de tiempo no pudimos echarle siquiera una ojeada al enorme montón de contenidos extra. Conclusión: tendremos que hacer nuevo avituallamiento de palomitas, cacahuetes salados y demás sustitutos del pan de lembas.
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