Dice mi maestro Umbral (creo que en Mis paraísos artificiales, pero no me hagan caso) que las casas crecen hacia adentro. Hoy ese crecimiento alcanza, en la mayoría de los hogares, proporciones gargantuescas. Mi salón ya no parece haber sido registrado a conciencia por la CIA: es como si una bomba de fragmentación del vietcong hubiera estallado en el centro mismo de la mesa.

Entran ustedes (si logran entrar) y lo primero que le escandandaliza a uno (incluso a mí, y vivo aquí) es la ingente cantidad de cartones, papel de celofán, papel de envolver, plásticos y bolsas de lo mismo que cubren muebles, sillas, suelo (y eso que ya hemos hecho dos veces el camino a la papelera recicladora de la esquina).

Luego, ropita diseminada por según qué sitios: los pijamas de Spider-Man de los críos, el jersey de cuello alto de mi santa, los pantalones de cuadros, el otro juego de pijamas, un jersey de Daniel que es la mar de chulo. Todo con sus correspondientes etiquetas que se desprenden y vuelan y por más que las caces vuelven a escaparse.

Muñecas: una de ellas me da miedo. Siempre me han dado algo de miedo las muñecas, lo reconozco (como los payasos, de ahí la repulsión a Ronald McDonald), pero es que ésta es de pavor. Cari-Caritas, se llama la criatura. Alta como una niña de seis años por lo menos, pijita ella, arregladita estilo Agatha Ruiz de la Prada... y con dos caras. Da algo de grima quitarle el gorrito o el pañuelito o lo que lleve al pelo y ver que detrás, en el cogote, tiene otra cara pegada. De impresión. De malo de Harry Potter. Una cosa.

Más muñecos: un bebé que hace pis en todas partes menos en la escupidera y que se parece a Jorge Cadaval, para berrinche de Laura, que no quiere que lo llamemos Ronald Jeremy (al final, dice que se llama Orlando Lego). Cositas de Barbie con ese color chillón de las cajas que hace que parezca que la muñeca pre-Playboy esté en todas partes.

Electrodomésticos: gameboyses advance SP (la antigua y la nueva) con sus correspondientes cables-link, cartuchos, programas, instrucciones, cajas. La funda (muy chuli) de la Gamecube, y los dos juegos de lo mismo, el de Finding Nemo y el del Quiditch. Y lápices, ceras, rotuladores, cuadernos, libros de lectura que leerán allá por el verano.

Y deuvedeses de los niños (la peli de las Supernenas) y del papá (Las dos torres V.E., Somewhere in time, la tercera temporada de Babylon 5, Atrápame si puedes, Gangs of New York). El deuvedé nuevo del papi y la familia, todavía en la caja (me olvidé decir que, para más recochineo, la caja de Cari Caritas, a la que odio desde ya, parece mismamente un ataúd), y la caja del reproductor cedé musical, y las chucherías (gominolas, huevos kinder con y sin sorpresa, chicles, regalices), y la máquina de fotos digital que es el regalo de mamá, planita como una chocolatina y que vale como toda la fábrica Nestlé junta, y el juego de Cifras y Letras al que seguro que ya se le ha perdido algún número o alguna palabra entre tanto ajetreo. Y un muñeco articulado de Legolas el Elfo, para Laura (que se pirra por Orlando Bloom, ya se habrán dado ustedes cuenta) y que nada más salir de la caja disparó una flecha que se nos ha camuflado dentro de las ramas del árbol.

Eso, más o menos, en casa nada más. Luego no vean ustedes la odisea después de visitar a las abuelas y los tíos: más juegos de consola, Barbies pediatras y Barbies maquillaje, la casa mágica de la interfecta (una casa así necesito pero que ya), peluches algo inútiles a la edad que tienen ya, zapatillas del Madrid y del Barça (para mosqueo de Laura que, como su hermano, es también merengue y no culé), un Scattergories y un juego de construcciones así parriba que nos durará hasta que empiecen a emigrar las piezas.

Y un televisor, ay, Dios. Un televisor de verdad para que el niño no moleste cuando quiera jugar a la Fifa 2002 con su Gamecube. No sé dónde vamos a meterlo.

Todos los años lo mismo: tengo el desorden más o menos controlado y, después de visitar a las tías, llega la entropía más descontrolada. Tendría que haber una ley federal contra los regalos de más de veinte centímetros de tamaño, por Dios bendito.

Lo que más me gusta de todo lo mío, y aunque a ustedes les va a dar lo mismo: un atril de madera, muy chuli, donde puedo apoyar los libros que traduzco sin que se me caigan. Me hace una ilusión tontísima: aquí delante lo tengo, con Ilión abierto ya por la página 165.

(Homenaje a Pedro Jorge: Suena Auterretratos, que también ha caído).



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Comentarios

1
De: Sr. Paquito Fecha: 2004-01-07 08:20

¡Cómo! ¿Un atril de madera? Pero ¿igual que el de Sánchez Dragó? No sé, no sé.

Oye, Rafa, eso de Ilión, ¿de qué va?
¿Novelización de la película?



2
De: JCA Fecha: 2004-01-07 08:30

Por el amor de Dios, que cada cual sea del equipo que quiera, pero ¿no podrías hacer a los niños del Cádiz, que pa eso está?
Pues nada, a vertebrar España marketing mediante.



3
De: RM Fecha: 2004-01-07 09:07

Ilión es una novela de CF, de Dan Simmons, donde -entre otras cosas- se recrea la guerra de Troya en plan nanotecnológico.


Los niños también son del Cádiz y tienen sus correspondientes bufandas y todo.



4
De: RM Fecha: 2004-01-07 09:19

Por supuesto, yo no soy responsable de las zapatillas (ni de las bufandas mencionas antes).

No me gusta el fúmbol.



5
De: Jesus Fecha: 2004-01-07 17:25

Jeje, mi madre todos los años se pone mala al ver que los regalos que tan cariñosamente han sido envueltos en sus bonitos papeles, a los pocos minutos después estos papeles estan revoleados por el salón.

La verdad es que da pena envolver algo con tanto cuidado pa luego romper el envoltorio ante la impaciencia jajaja.



6
De: JJ Fecha: 2004-01-07 18:41

My god, las supernenas...



7
De: RM Fecha: 2004-01-07 18:48

Confieso que, desde que empecé a ver las supernenas, ya no me gustan los superhéroes de tebeo de toda la vida...



8
De: Jesús Yugo Fecha: 2004-01-07 19:59

Joder, cuanto regalo. Se nota que habeis sido muy buenos.
Servidor se conformó con un par de libros.



9
De: Jesus Fecha: 2004-01-07 21:51

Pues a mi me gustan las Supernenas... jajajaja!



10
De: Vicente73 Fecha: 2004-01-08 02:46

Rafa, ¿que pasó con tu vecinito de 7 años?. Ya sabes, el timido que pensaba que su carta era una cosa en tre los Reyes y él. Cuenta, cuenta el final que nos tienes en ascuas ¿recibió lo que queria?¿como lo descubrió l a madre?¿visita le padre al siquiatra?



11
De: RM Fecha: 2004-01-08 03:08

Hasta que mañana en el cole no vea mi mujer a su mamá, no resolveremos el misterio...



12
De: JLRincon Fecha: 2004-01-09 20:34

Las Supernenas son geniales.



13
De: RM Fecha: 2004-01-09 23:27

Yo diría más: Las supernenas son geniales. Y el laboratorio de Dexter también.



14
De: INX Fecha: 2004-01-12 19:04

Pues a mí Sus Majestades me han traído, cual cigüeña, un bebé!!
Embarazada de dos meses estoy...je!
Y aunque yo misma sea una niña todavía...en Agosto me tocará cumplir con la maldición de Adán ( sí, sí, por que fué él el culpable de que Dios nos la jurara y a partir de entoces parimos con dolores)
Para el año que viene, por estas fechas, mi salón rebosará pañales...ay, Dios...