Comentaba Toño en el post anterior este artículo que hice para Dolmen y que reproduzco aquí por aquello de que no lo tiene :). Es mi análisis sobre los X-Men y sobre la miopía o la ceguera de la editorial que los publica. Efectivamente, los tachones del texto que se cita, lo pensé, podrían deberse a puro spoiler: pero no habría venido mal, entonces, anunciarlo como tal. Ah, por si acaso: en ningún momento doy a entender que yo sería capaz de hacer mejor esos tebeos, porque no sabría, ¿estamos?
Hace un montón de años que me perdí con las series mutantes. El universo dentro del universo Marvel, el que fagocitó la lógica interna, el que se fue convirtiendo con el tiempo en un cáncer roedor de toda posibilidad de plausibilidad dejó de llamarme la atención justamente cuando John Romita Jr. sustituyó al gran Paul Smith a los lápices de la historia. En el número 175 de la colección original, si no recuerdo mal. Cuando aquella boda de Cíclope y Madelyne Priors y el final en abierto, luego tantas veces manoseado.
Fue a partir de ahí, insisto, en que no fui capaz de ir entendiendo qué pasaba. Recuerdo la pasión de los primeros números de Cockrum y Claremont (que también costaba lo suyo entender, seamos francos, aunque siempre he querido creer que fue cosa de la traducción y de la presentación de sopetón de tanto personaje nuevo), y sobre todo la maravillosa eclosión, ese puntal del tebeo de superhéroes (y del tebeo bien hecho) que fue el tandem Byrne-Claremont. Hubo una época, lo mismo no me creen ustedes, en que los dos únicos tebeos interesantes que se publicaban en España fueron la Patrulla-X de Vértice en esa etapa y el western Ken Parker. Todo lo demás era una comedura de coco de un "nuevo cómic" agotado y unos paupérrimos tebeos de superhéroes que todavía no habían llegado a su cima expositiva. Estoy hablando del año ochenta, más o menos: luego llegarían Surco, y Forum, y Zinco. Y después nos volveríamos a hundir en la miseria.
Aprovechando que uno sabía algo de inglés, y desesperado porque los mutantes quedaron interrumpidos en España entre una cosa y otra, empecé a pedir los tebeos en versión original (a la librería Telio; gracias, Tadeo). Descubrí así que Magneto se llamaba Magnus, como los helados, y que le robaba un potosí en lingotes de oro al Barón Strucker, y por lo que pudimos deducir leyendo checklists, Fénix se había suicidado. Byrne ya no estaba. Cockrum había vuelto y en seguida asomó el imperio Shíar y Paul Smith. Guau.
Poco duró esa sorpresa, ya les digo. No sé si la culpa fue de Romita Jr (que siempre ha dibujado mejor a personajes individuales, ahí tienen ustedes sus diferentes versiones de Spider-Man y, sobre todo, su Daredevil) o que ya el bueno de Chris empezaba a liarse él mismo.
Porque desde ese número 175 empecé a no enterarme de nada. Recuerdo con horror aquella historia de Kulan Gath en dos partes. Claremont se dedicó a ir soltando madeja y más madeja y no se atrevió nunca a cortar el hilo. Y eso que historias como las de los Nuevos Mutantes (lo del demonio oso y Sienkiwicz es que fue un mazazo, chicos) o la simpar novela gráfica Dios ama, el hombre mata se pueden considerar a la altura de su primera gran época. O sea, obras maestras.
Aguanté como un jabato los títulos equis. Me perdía y desperdía, sufría los impasses de la acción, me decepcioné del juicio de Magneto, de la resurrección de Fénix (bueno, eso fue cosa de Byrne), de la enésima muerte de Xavier, del acercamiento a Mad Max y el escondite en Australia, no vean cómo aullaba por la casa con la premisa cazafantasmas de X-Factor (vaaale, eso fue cosa de los Simonson, que de vez en cuando no andan muy finos), y suspiré con vana esperanza cuando, después de montones y montones de tebeos que me desilusionaban, me cabreaban y me despistaban por igual, al bueno de Chris le dieron portazo en las narices y lo sustituyeron por ese chinito que se parece a Marlon Brando en La casa de té de la luna de agosto. Jim Lee, creo que se llama el mozo.
Pero ni por esas. Aguanté unos diez números de la nueva serie, soporté por igual la serie vieja, y al final decidí mandar a hacer puñetas a los mutantes. No sé de qué se extrañan: hace un año que decidí mandar también a hacer puñetas a Spider-Man. Y eso que he sobrevivido a sagas de clones y a todos los espantos que han llovido desde que lo casaron con Mary Jane (mismamente porque no saben qué hacer con un superhéroe casado).
Pero hablábamos de mutis. Entre los que leí y no entendí y los que entendí (ustedes me entienden) sin leer, hace unos diez años o tal que así que no leía un tebeo de mutantes. Ni ganas, ya les digo.
Esta semana (habrán pasado meses cuando ustedes lean esto, así que no habrá problemas de spoilers), haciendo caso a las buenas críticas y deseando tener juicio propio (je) he leído el tomaco yanqui en tapa dura que recopila los primeros doce números de NXM y el librito de Forum de los nuevos X-Force.
Y, joder, me han gustado. No me duelen prendas en decir que me han entretenido bastante y que algún giro argumental hasta me ha sorprendido.
Grant Morrison (por cierto, ¿es ese su verdadero nombre?) nunca ha sido santo de mi devoción, supongo que lo saben ustedes. Me entretuvo en Animal Man, pese a la moralina new-age-no-comas-carne-respeta-el-bosque-edita-en-papel implícita. No entré al trapo en sus otras propuestas y en el fondo me parece triste que uno se gane la vida escandalizando a jovencitos y contándole a unos lectores yanquis que no se van a enterar de todas formas (igual que un buen puñado de autores ingleses, por otra parte), lo malísima que era la señora Thatcher. Un Paquito Franco les daba yo a ese puñado de hooligans malhablados con visa oro.
Pues bien, lo que les decía: que me ha sorprendido el calado de los NXM. Me ha gustado lo que ha hecho con los personajes, y aunque hay huecos en la historia que me han intrigado (no sé si por que los tebeos van concatenados con los otros títulos equis, porque me faltan un montón de años en continuidad o porque yo mismo sea un poco lerdo, que también) la calificación es de notable alto. Más que el tebeo en sí (que sube muchísimo cuando dibuja Quitely y se hunde en la mediocridad narrativa cuando lo hacen otros dibujantes de cuyo nombre no pienso acordarme porque no me los pienso aprender) me ha gustado la propuesta que Morrison planteó a Marvel y que aparece como complemento del libro, con jugosas notas a pie de página del siempre inteligente Mark Powers. El análisis que hace Morrison sobre la franquicia mutante, sobre los tebeos de superhéroes en general y las soluciones que propone me parecen tanto o más acertadas que el tebeo en sí.
Y, leyendo el tebeo, parece que va en serio. Y esa es su gran baza. Si se trataba de quemar los barcos y tirar adelante a tumba abierta, no hay duda de que parece (insisto, y ojo a ese verbo, parecer) que se consigue. Los personajes son los de siempre, pese a algún extraño quiebro físico (y no me refiero a la Bestia, sino a Emma Frost), y se les nota adultos. El argumento parece (¿van captando?) que no tiene marcha atrás.
Y es que esto de hacer tebeos tiene mucho de ilusionista, como Anthony Blake y el gordo de navidad. No basta con que los tebeos sean más o menos entretenidos, sino que parezca que están hechos en serio, que los cambios serán permanentes, que los personajes que mueren se van a quedar muertos. Leyendo estos NXM, es cierto, he recordado la etapa de oro de la colección, los tiempos de Byrne y Claremont despendolados y sin más barreras que su imaginación y los dos metros de cristiano renacido de Jim Shooter.
Morrison ha comprendido, de entrada, lo que nadie en Marvel parece comprender desde hace años: que la solución de la franquicia mutante (que no son los Vengadores, donde ese truco funciona desde el número 4 de la colección), no está en añadir más personajes, sino sencillamente en eliminarlos. Años y años han jugado a masacres mutantes y a centinelas despiadados y a virus y ghettos y demás. Yo nunca me los había creído. Hasta ahora. La solución es tan simple como reducir el grupo central a cuatro o cinco personajes con carisma y mandar a hacer puñetas a todos los demás, Magneto y Genosha incluidos.
Y esa misma solución, con dos cojones, mucha mala leche y un sentido crítico que no se veía en un tebeo Marvel desde los tiempos heroicos del olvidado Steve Gerber, es la que he encontrado, casi a renglón seguido, con los X-Force de Milligan y Alred: no conocía de nada a los personajes (como todos ustedes, ya), me bajé de la serie allá por la época en que botaron aquí al señor de las páginas del fondo, y el tono crepuscular (estilo Sunset Boulevard, no sé si captan ustedes la referencia), el cinismo, el culto al dólar y los ego trips, y hasta las gotitas de sexo conversacional tipo Sexo en Nueva York y los detallitos semi-gore me han dejado descolocado un par de minutos. La matanza que se realiza en el primer tebeo (creo que es el primer tebeo, no tengo ganas de levantarme para comprobarlo, ustedes disculpen) es como la muerte de Ave de Trueno... pero a lo bestia.
¿Lo bueno de todo eso? Que aparte de lo novedoso o no novedoso de la propuesta, aparte de que se demuestra que todavía se pueden contar historias de superhéroes no necesariamente para chicos OT (porque si digo chicos Clearasil no van ustedes tampoco a pillar la referencia) la propuesta de X Factor es una bofetada sin manos al conservadurismo casi patológico de la empresa, ese que tan bien define Morrison en el epílogo de su propio y bello libro.
Porque se puede (y se debe) matar a los personajes en beneficio de la historia que se cuenta, sean héroes o no. Sean villanos o no. Esa es la gracia precisamente, no saber nunca quién puede o no caer en la línea de batalla o en la cola del cajero automático. Eso es lo que le da emoción a los tebeos, a los libros, a las películas, James Bond e Indiana Jones aparte.
Porque un personaje cae y otro nuevo lo sustituye. Y no pasa nada. Tenemos otro uniforme, otra motivación, otro héroe cool que puede durar lo que se quiera. Y quinientos más, villanos o no, a la espera.
¿Por qué eran tan buenos los tebeos de Steve Ditko, Jack Kirby y Stan Lee? Porque cada mes se sacaban de la chistera un supervillano nuevo. ¿Cuándo se estancó el universo Marvel? Cuando empezaron, una vez establecidos en la poltrona, a hacer variaciones y combinaciones con repetición de esos mismos personajes: este mes toca recuperar al Buitre, el mes que viene regresa Octopus, ahora unimos al Hombre de Arena con El Brujo sin Alas... y para navidad Galactus viene a terminarse el bocadillo.
Y las ganas de explorar y de sorprender, desde el año 68 para acá, se invirtieron en series tangenciales o no relacionadas con el Universo Marvel. Huelga recordar que los mejores tebeos de los años setenta estuvieron fuera del mainstream de los superhéroes, ¿no?
Pues eso. Que leyendo NXM y X-Force he disfrutado como hacía tiempo que no disfrutaba con un tebeo de mutantes... y casi casi con un tebeo de superhéroes, si tengo que ser sincero. Porque, insisto, parece que todo va en serio. Se cuentan las historias con convicción, con los suficientes ases en la manga para que parezca (otra vez el verbo, recuérdenlo) que la cosa va en serio.
Y en serio irá mientras les dejen. Pero no durará, supongo. Nada es eterno y en el momento en que Morrison se largue de la colección, otro vendrá y deshará lo hecho. Y lo mismo con Milligan.
A fin de cuentas, ya he visto que a los X-Force les han cambiado el nombre (el título ahora parece el de un personaje de Astérix, ¿se han dado ustedes cuenta?), lo cual demuestra que pese a la aparente libertad creativa, Marvel se cubre las espaldas y deja cancha con personajes nuevos en un título nuevo, por si las moscas.
Y, por si no tienen ustedes el libro de NXM (que cuesta una pasta pero es muy recomendable), no sé si por cuestión de no destripar cosas futuras o porque siguen siendo unos cagaos, da un poco de risa y un poco de pena (como anunciar en el libro de Alias, que también vale lo suyo, que se trata de un tebeo adulto, como si el Kevin Arnold del momento se fuera a gastar cincuenta pavos en él) ver que pese a todas las promesas de cambio y de ir sin frenos, pese al tono adulto y sensato de la propuesta de Morrison y lo mucho que el inteligente Mark está de acuerdo con él... el texto aparece lleno de tachones, porque se censuran los tacos que el escocés ha escrito, y supongo que lo más descabellado y "adulto" que pueda contener la propuesta.
Bien pueden los puristas respirar tranquilos, entonces. Todo está atado y bien atado, y las aguas mutantes volverán algún día a su turbio cauce: Magneto resucitará, se clonará a la población x-tinguida de Genosha y Cíclope se atreverá a tomar viagra.
Comentarios (12)
Categorías: Historieta Comic Tebeo Novela grafica