Otro texto de los largos, pero qué demontres, hoy es fiesta, estábamos hablando de esta peli un poquito más abajo, y es mi post número cien. Recupero aquí el largo artículo que hice para Stalker (no os preocupéis, la revista volverá), donde me dediqué a explorar una trilogía de películas que me sigue encandilando y a las que encuetro nuevos matices con cada nuevo visionado. Gracias a Dios por el dvd.
Ahora que Alien o Star Wars son ya sagas tetracapitulares o pentacapitulares con previsible ampliación a otras entregas, no sería ocioso considerar a Regreso al Futuro como la mejor trilogía de ciencia ficción de la historia (1), y con el mérito añadido de serlo desde el siempre difícil ámbito la comedia. Sus creadores, Robert Zemeckis y Bob Gale, ya habían firmado en comandita el guión de la desquiciada 1941 de Steven Spielberg, pero sería el éxito de taquilla conseguido por el primero con Tras el corazón verde (Romancing the Stone, 1984), lo que finalmente conseguiría poner en marcha un proyecto acariciado durante cinco años, rechazado ya por Columbia y Disney, y que volvería a cruzar en el camino de los dos autores con el Rey Midas de Hollywood.
Haciendo emblema de la paradoja desde el mismo título, Back to the Future es una inteligente transposición de mitos clásicos y comedia adolescente, sazonado con elementos de ciencia ficción y, sobre todo, muchísimos guiños y piruetas temporales que se irían multiplicando con sucesivas entregas. El cáustico sentido de la parodia aparentemente amable que luego aparecería en otras obras de Zemeckis (Forrest Gump, Quién engañó a Roger Rabbit, La muerte os sienta tan bien) tiene en esta serie algunos de sus momentos más conseguidos. Como toda buena comedia, el enredo situacional y el trabajo de los actores principales y su interacción con los secundarios es esencial. Como toda buena película de ciencia ficción y de viajes en el tiempo, la paradoja y las implicaciones de trastocar el destino (término que se repetirá continuamente en las tres películas) darán vida a una de las más inteligentes sagas cinematográficas que jamás haya visto el género.
Marty McFly es un adolescente como cualquier otro. O tal vez no, porque no todo el mundo tiene como amigo a un científico algo locuelo capaz de inventar una máquina del tiempo. En borradores previos del guión, Marty era un pirata del video (supongo que si la película se rodara hoy sería un hacker informático), idea que no gustó demasiado a los productores, de ahí que acabara siendo un fanático del rock and roll, actividad que le sería muy útil más tarde para enmendar el destino torcido de sus padres en la fiesta del Encantamiento bajo el mar, y (ya en el fracasado Marty adulto alternativo mostrado en otras entregas) de añadir un toque sentimental y dolorido a su imposibilidad de tocar la guitarra.
Al igual que en el devenir de la saga Marty y Doc Brown o sus enemigos volverían atrás una y otra vez y borrarían y escribirían continuadamente en el palimsesto del tiempo, también Robert Zemeckis tuvo que dar marcha atrás y reiniciar el rodaje cuando éste ya estaba en marcha. El primer actor elegido para encarnar el papel de Marty, Eric Stoltz, ajeno al género de la comedia, no acababa de hacerse con el personaje, por lo que tuvo que ser sustituido in extremis por Michael J. Fox, que entonces tenía 23 años pero podía pasar perfectamente por un teenager, dado su aspecto aniñado y su escasa altura (2). Fox era ya una celebridad gracias al éxito de la serie televisiva de la NBC Family Ties (Enredos de familia), donde encarnaba a Alex Keaton, el hijo egoísta y reaccionario de una familia de ex-hippies en la América del reaganismo. Dejando a un lado la (¿parodia?) del discurso político de la serie televisiva, es cierto que su interpretación de Marty no difiere mucho de su interpretación de Alex, circunstancia que tal vez vaya más allá de los inevitables tics que como actor pudieran achacársele: en plena temporada televisiva, y disfrutando del éxito, Michael J. Fox tuvo que simultanear el rodaje de película y serie, rodando a horas intempestivas (mayormente de madrugada, de ahí que gran parte de la película sea nocturna) y prácticamente sin tiempo de descansar. El stress de Marty y su nerviosismo contagioso tienen, qué duda cabe, una fuerte base biológica, causada por el agotamiento físico de su envoltorio de carne.
El otro gran pilar de la película, y de la trilogía toda, es el científico loco que encarna con no menos nerviosismo histriónico el capacitado Christopher Lloyd (3). Ya el largo traveling con que se inicia el film supone una magnífica descripción del personaje: cientos de relojes que dan la misma hora (uno de ellos, significativamente, muestra a Harold Lloyd colgando de las manecillas de un campanario, chiste referido sin duda al apellido del actor y a la situación recurrente desarrollada más tarde en la trilogía), mientras que en las paredes vemos retratos de Julio Verne, Edison, Benjamin Franklyn y Einstein (4). Ese mismo nombre, Einstein, se repite chocantemente en la escudilla del perro, y en seguida vemos el elemento que rompe la armonía y la simetría de todos los relojes simultáneos: las tostadas calcinadas que ya describen a un personaje capaz de ser perfeccionista y puntilloso en una cosa y un absoluto desastre en lo más básico.
Tras esta simpar definición del carácter del doctor Emmett Brown, le toca el turno a Marty McFly. Siguiendo la estética cartoon, a la que volvería Zemeckis con su Roger Rabbit o La muerte os sienta tan bien, y que se repetiría a lo largo de momentos dispersos de la trilogía (la persecución en aeropatín, la casa del futuro, la máquina de Doc en el oeste), se presenta al joven adolescente tomándolo siempre en plano-escorzo, de cintura para abajo, un codo, una mano. Marty pregunta por Doc y el espectador asume, cuando empieza a conectar cables y a calibrar potenciómetros, que puede tratarse de un ayudante de laboratorio... hasta que se muestran la guitarra y la púa, y el tañido sónico que lo impele hacia atrás, destrozando un poco más el desorden de la sala. Entonces vemos a Michael J. Fox que dice "Guau", suena el teléfono, y Marty se entera por Doc de que, fruto de un experimento, todos los relojes atrasan exactamente veintitrés minutos, y echa a correr en su monopatín hacia el instituto. Esa era una de las frases de publicidad de la película, y una de las tendencias más acusadas de la personalidad de Marty, contra la que tendrá que luchar en buena parte de la historia (las historias) que va a vivir a partir de ahora: Era un chico que siempre llegaba tarde, hasta que una noche llegó a casa temprano. Treinta años temprano.
El recorrido por el pueblo de Hill Valley que acompaña a los títulos de crédito será también significativo, pues la muestra de modas del momento tendrá pronto contrapunto en el recorrido que Marty realizará dentro de pocas horas por ese mismo lugar, pero en 1955. Vemos monopatines, gente haciendo aerobic, Burger Kings, incluso un concesionario de 4x4, Statler Toyota; el momento se define por lo perecedero y ridículo de sus modas. Inconscientemente, cuando Marty es acusado de ser un vago y un mediocre por el jefe de estudios ("No tienes futuro"), él comenta que "la historia va a cambiar". Y cómo.
La presentación del reloj de la torre, parado desde que treinta años antes un rayo cayera y lo dejara marcando la hora de su muerte para siempre, va paralela al momento casual que indica el verdadero punto de Jonbar de la película, pues cuando Jennifer (Claudia Wells) anota el número de teléfono lo hará en la octavilla que luego le servirá a Marty de inestimable ayuda para salir del pasado. Toda esta fase descriptiva de la película tendrá su colofón en la llegada de Marty a su casa y la presentación de su padre George McFly (Crispin Glover) y su antagonista Biff Tannen (Thomas F. Wilson). George, se nota enseguida, es un calzonazos humillado por su jefe inmediato, un matón hortera y patilludo, que continúa una relación de sumisión que, lo veremos en cuanto saltemos en el tiempo, se remonta a toda la vida. Pero George (que hace un gesto característico con la mano que se repetirá varias veces en la saga, tanto en él como en su hijo), reconoce que no se le dan muy bien los enfrentamientos. Cuando se nos presenta a la gruesa madre alcoholizada que bebe vodka (y que ha sido descrita anteriormente por Marty como una mujer que "iba para monja") y fantasea con el encuentro primero con su actual esposo, uno no puede por menos que sospechar que también Lorraine Baines McFly (Lea Thompson) está inventando su presente y sus recuerdos. Un par de detalles de relativa importancia en la escena de la reunión familiar, lo proporcionan, por un lado, el visionado televisivo de un episodio de The Honeymooners donde el personaje protagonizado por Jackie Gleason se disfraza de extraterrestre para asustar al vecino, y por otro la afición de Marty a la Pepsi Diet, nuevo indicativo de la moda que proporcionará algunos chistes valiosos en futuros momentos de la saga.
A partir de aquí es cuando comienza la película propiamente dicha. Vemos a Marty durmiendo en una postura harto particular, recurso que se repetirá cuantas veces vayamos a cambiar de tiempo o de escenario, contagiando de irrealidad todo lo que suceda. Zemeckis usa la ténica del sueño como transporte a otras realidades, como si en efecto cuanto va a suceder a partir de ese instante (de esos instantes) esté dentro del reino de Morfeo y sea una fantasía irreal, a veces con tintes de pesadilla.
El encuentro con Doc en el Twin Pines Mall, la aparición del deportivo DeLorean que encierra una máquina del tiempo(5), con su matrícula OUTATIME y su condensador de fluzo (en inglés "flux condenser", o sea, condensador de flujo, palabra que debió sentar mal a los biempensantes traductores, quizás porque el diagrama recuerda el esquema de las trompas de falopio) sigue la ruta de la casualidad, pues Doc revela el 5 de noviembre de 1955 como el día en que tuvo la ocurrencia de inventar la máquina del tiempo... fecha en la que los padres de Marty se conocieron, como descubriremos poco más tarde(6). Es ese hecho, y el haber tecleado esa fecha en la pantalla del cuadro de mandos del DeLorean, lo que catapulta a Marty al pasado cuando, en la huida de los terroristas libios, el automóvil alcanza los 140 kilómetros por hora. Otro detalle insinuado por Doc, cuando hace el comentario de que, si viaja a veinticinco años en el futuro podría descubrir los resultados de las próximas veinticinco copas del mundo, será una pieza de información casual reservada para la secuela.
La llegada de Marty a 1955, con alusiones a las naves espaciales de las revistas de ciencia ficción de la época como Tales from Space, tiene como consecuencia inmediata la importante destrucción de un pino ("todo estaba lleno de pinos", ha dicho antes Doc, en alusión al solar donde se encontraban en 1985). En paralelo al protagonista George Bailey de Qué bello es vivir, a los acordes de "Mister Sandman", Marty descubre alucinado cómo era Hill Valley sin él y treinta años antes. Y lo hace a través de la parodia de las modas vigentes en la época, desde la película de Barbara Stanwyck y Ronald Reagan La reina de Montana hasta el prístino servicio de la gasolinera, la machacona música de "La Balada de Davy Crockett", el niño saltando en su bolita o la propaganda electoral que anuncia el gastado mensaje de "El futuro está en tu mano". Zemeckis y Gale no parecen creer que cualquier tiempo pasado fuera mejor, sino exactamente igual de hortera y anodino. Lo único diferente serán los detalles puntuales. Por lo menos hasta ese momento.
En la cafetería, donde la taza de café vale unos ridículos cinco centavos, Marty se encontrará con su padre adolescente, un pringadillo completamente sojuzgado por Biff, que encarna en ese tiempo al matón que en los tebeos de Spider-Man fuera el primer Flash Thomson, aunque la estética generalizada de ese 1955 remita más a los tebeos de Archie. Tras un par de chistes brillantes, uno de ellos debido sin duda a la traducción (8), Marty descubre a su padre espiando a su futura madre desde lo alto de un árbol. George cae y un coche está a punto de atropellarlo... pero Marty interviene para salvarlo y es él, no su padre, quien acaba por ser arrollado, alterando decisivamente el futuro y su propia historia. El chico del futuro se sumerge una vez más en la inconsciencia y todo cambia.
De nuevo la confusión entre sueño y realidad se produce y Marty despierta acostado en su particular postura, llama a su madre y ella le responde... pero treinta años más joven. Horrorizado, el joven sufrirá en carnes el acoso sexual de una jovencita que no se parece en nada a la mujer que recuerda, pues la hipocresía social todavía no ha disimulado sus impulsos. Como una especie de anti-Edipo, Marty tendrá que esquivar los pases de Lorraine, quien en un jugoso chiste que también tuvo que ser adaptado, creerá que se llama Levis Strauss: En realidad, Lorraine está haciendo alusión a los calzoncillos violeta de la marca Calvin Klein, que llevan en la tirilla bordado ese nombre. Como esa marca era desconocida en España en la época del estreno de la película, se sustituyó por una marca de vaqueros. En Francia, por cierto, el personaje pasó a llamarse Pierre Cardin.
Aislado en una época a la que no pertenece y en la que no sabe desenvolverse (es incapaz de abrir una botella de Pepsi, pues no sabe descorcharla sin su tapón de rosca), Marty acabará pidiendo ayuda a Doc para volver al futuro ("eres mi única esperanza"). Pero consciente de que ha alterado el destino de sus padres y el suyo propio, primero tendrá que hacer de casamentero improvisado. El lenguaje cinematográfico y su estrechez de recursos narrativos se explota en esta película hasta unas cotas de perfección sublimes, pues todo lo que encaja lo hace con una segunda lectura y sirve en efecto para algo, por pura aplicación de conceptos como determinismo o destino: el estreno del episodio de The Honeymooners que ya Marty viera en la reposición de 1985 le servirá como ayuda para convencer a su padre de que tiene que ligar con su madre (9), en divertido chiste interno con la oculta afición de George a la ciencia ficción ("no me convenceríais ni tú ni nadie más en este planeta"), por lo cual Marty aparecerá ante él armado de un cassette de Van Halen y un secador de pelo que llevaba en el maletero del coche y le acusará: "Soy Darth Vader, un extraterrestre del planeta Vulcano".
Aunque la misión de Marty sea desalterar la alteración que ya ha causado para su futuro, que se refleja en la paulatina desaparición de sus tontorrones hermanos y de él mismo en la foto polaroid familiar (quizás el elemento narrativo más discutible de la película), el muchacho no puede dejar de cambiar cosas a cada instante: como el también zemeckiano Forrest Gump varios años más tarde, Marty inventará el rock and roll. Y el monopatín. Y hasta inspirará al camarero negro Goldie Wilson para que sea alcalde de la comunidad... como ya lo es en 1985 (10). Lo más importante: Marty sabe que Doc morirá en 1985 como consecuencia del ataque terrorista, y aunque el científico le prohibe categóricamente que le revele su futuro, decidirá escribirlo (usando pluma y tintero) y dejarle un mensaje. Nuevamente la casualidad, cuando Doc descubre el papel y lo hace trizas para no leerlo, será la que resuelva la situación, pues en vez de dejarlo volar por los aires se lo guardará abstraídamente en el bolsillo cuando el árbol abatido por un primer rayo lo distraiga.
Resuelto para bien el conflicto amoroso entre Marty y su madre ("al besar ha sido como si besara a mi hermano", dirá Lorraine, que ya empieza a beber alcohol, mientras que el tonto de George sólo bebe ponche), tras conseguir que su padre tumbe al matón Biff de un sonoro puñetazo(11) y correr de vuelta a su tiempo de salida usando la energía del rayo sobre el reloj de la torre (por medio de una caña conductora similar a la de los autos de choque) (12), el tránsito de 1955 a 1985 quedará recalcado por un helicóptero que sobrevuela la ruina del reloj, y enseguida veremos la suciedad de la época actual, el mendigo, el cine X, y el detalle importantísimo que revela algo que sólo será descubierto en los minutos finales: Marty llega corriendo al punto de partida (pues el DeLorean, oportunamente, se le gripa una vez más aunque él pretendía llegar unos minutos antes), y vemos de refilón que ya no se trata de "Twin Pines", sino de "Lonely Pine", el pino solitario, pues el mismo Marty destrozó el otro pino gemelo en su llegada a 1955.
La sorpresa de la "resurrección" de Doc y el chaleco antibalas oculto remitirá en las nuevas entregas de la trilogía a Por un puñado de dólares y Clint Eastwood. Doc ha hecho de tripas corazón y al final decidió leer la carta del muchacho para tomar medidas sobre su propio futuro. Solucionado el conflicto, Marty volverá a dormir, y despertará el sábado 26 de octubre de 1985 a los acordes de "Íll be back in time" de su grupo favorito. Engarzando de nuevo el despertar con la sensación de pesadilla extraída de la Zona Crepuscular, Marty descubrirá que su casa no es la misma casa, que sus hermanos no son los patosos marginados de antes sino yuppies triunfadores, que su padre posee un BMW y que Biff es un don nadie sometido. El nuevo Biff, además, ha copiado los manierismos patosos del antiguo George. Y éste es un triunfador, un autor de ciencia ficción que ha escrito su primera novela.
El ocurrente final lanza la película de lleno al mundo de las paradojas como tránsito a mundos paralelos, circunstancia que no existió, por ejemplo, en la fallida El final de la cuenta atrás, donde el portaaviones Nimitz no interviene en el curso de la Segunda Guerra Mundial. El viaje en el tiempo de Marty acaba entroncando Regreso al Futuro con el siempre atractivo tema de los universos alternativos, y propone además una serie de cuestiones que tal vez no fueran tenidas en cuenta conscientemente por Gale y Zemeckis. Aunque Doc advierte a Marty en su primer encuentro en el centro comercial de Twin Pines de que "todas las preguntas serán contestadas", hay varios detalles que quedan en el aire. Marty no vuelve a su tiempo original, creando por su acción en el pasado un 1985-B. Ya en el 1985-A, cuando los libios tirotean a Doc y Marty grita, oímos el grito con eco, en estéreo, como si en efecto hubiera habido ya un segundo (¿un primer?) Marty contemplando la escena desde el otro extremo del centro comercial (13) (y recuérdese que Doc comentó que el lugar estaba "lleno de pinos"). Sin embargo, cuando en 1985-B Marty ve la escena, no es capaz de gritar, sino que abre la boca y escucha el grito que su yo que está a punto de partir al futuro deja escapar cuando ve que Doc es acribillado. ¿Dónde se produce entonces el grito con eco que vimos en 1985-A? Y es más, ¿a qué pasado va el Marty-B que parte al final de la película? Ese Marty-B debería ser, por lógica, un triunfador, pues parte de una realidad "mejorada" por la acción de Marty-A. ¿A qué futuro vuelve? ¿Cómo es el 1985-C que se encuentra a su regreso?
En otro orden de cosas, si George es un autor de éxito y su familia de yuppies es feliz... ¿por qué recibe por correo su primera novela? ¿De dónde viene su solvencia económica? Y si el reloj de la torre quedó inutilizado por la caída del rayo en 1955, ¿quién rompió la cornisa que sobrevive en el 1985-A, si la del 1985-B, lo sabemos, se debe a los toqueteos haroldlloydianos de Doc Brown?
La película cierra con el regreso de Doc desde el futuro, en un DeLorean volador, la marcha al rescate de los hijos de Marty y Jennifer, y el anuncio de un continuará que, en ese momento, era más una puerta abierta hacia una posible continuación que una certeza.
Cuatro años más tarde, el equipo casi al completo se reunió para rodar las dos secuelas. En un movimiento cuanto menos curioso, se decidió rodar ambas partes back to back, con apenas tres semanas de descanso entre una y otra. Vista la complicación temática que plantea Regreso al Futuro II respecto al título original, no cabe duda de que la estratagema fue un acierto, pues esperar tres años (como suele hacer Lucasfilm entre un producto y otro) habría sido excesivo, y los múltiples hilos argumentísticos dejados en el aire no habrían encontrado posibilidad de resolución (o al menos de comprensión por el público general) si el hiato entre la segunda y la tercera partes hubiera sido más largo.
Con todo, no todo el equipo repitió en las secuelas. El personaje de Jennifer, la novia y futura esposa de Marty, que en el título original había corrido de parte de la bella Claudia Wells, pasó ahora a la no menos bella Elisabeth Shue, mientras que George McFly tendría en Jeffrey Weissman más un "doble de cuerpo" que un sustituto de Crispin Clover (14). La inclusión de Jennifer en la trama parece deberse más al "error" cometido al cerrar la primera película, pues cuando Doc aparece desde treinta años en el futuro se la lleva junto con Marty. La primera escena de la secuela, que entronca allá donde terminara la película original, tuvo que volver a rodarse casi plano a plano por el cambio de actriz, y en ella se incluye un fugaz momento en donde el Biff cincuentón ve cómo el DeLorean echa a volar. Una de las primeras cosas que hace Doc, una vez iniciada la película, es anestesiar a la despistada Jennifer ("algo tenía que hacer", dice cuando Marty pregunta por qué la ha traído entonces), y a partir de entonces, en el galimatías de futuros alternativos y presentes desquiciados que esperan a los protagonistas, Jennifer se presentará como un comparsa absolutamente prescindible.
La llegada al año 2015, en medio de una tormenta y remontando casi a contracorriente una autopista voladora donde los chicos de Industrial Light and Magic echaron el resto, se hace siguiendo el esquema anterior, con la burla de las modas y la repetición de elementos comunes: Goldie Wilson es el alcalde... pero no el Goldie Wilson de 1985, sino su nieto; la pepsi vale ya cincuenta pavos (y Marty tampoco será capaz de abrir la botella, pues el diseño se le escapa); la moda en el vestir seguirá siendo igual de estúpida, con zapatillas Nike con robocordones, los bolsillos de los pantalones por fuera y cazadoras que encogerán automáticamente las mangas o se secarán solas; la gasolinera será ultramoderna y supertecnificada; en el cine proyectarán Tiburón 19, dirigida por Max Spielberg, el hijo del productor Steven; las señales de prohibido aparcar habrán sido sustituidas por "no aterrizar"; los monopatines serán voladores y se llamarán aeropatines (en inglés, hoverboards) (15), y la cafetería de toda la vida estará ahora dedicada a la moda retro de los ochenta, por lo que no será extraño verla decorada con múltiples pantallas de televisión donde pasan incansablemente episodios de Corrupción en Miami, Dallas o Taxi, o ver a Ronald Reagan enfrentarse con el Ayatollah Jomeini, mientras la música de Michael Jackson y su "Beat it" anuncian el mensaje de lo que Marty o su calzonazos hijo deben hacer: resistirse a la violencia que encarna Griff, el nieto de Biff (interpretado, claro, por el mismo actor, Thomas F. Wilson, con un amenazador look ridículo-futurista que ya no lo acerca a Flash Thomson, sino al Rino). El videojuego del oeste será la primera de las indicaciones de que en el futuro Marty y Doc tendrán que vérselas contra pistoleros y cuatreros (16). El reloj de la torre, naturalmente, seguirá sin funcionar.
Doc parece haber olvidado su filosofía de no intervención (¿el equivalente temporal a la primera directiva de Star Trek?), pues lo que pretende es alterar el futuro de los hijos de Marty (divertidamente interpretados por el propio Michael J. Fox a tres bandas), cosa que consigue en cuanto Marty dice aquí estoy. Otra vez se insinúa el viaje en el tiempo (que por cierto no parece existir en el futuro) como medio para sacar provecho: Al ver en una tienda de antiguedades un Almanaque Deportivo 1950-2000, Marty tendrá la idea (que ya le había dado Doc un día antes, treinta años atrás), de aprovechar los resultados a tiro hecho y ganarse una fortuna.
Una visita a la casa de los McFly nos revela, además del vestido de novia que tanto emociona conocer a Jennifer (y el desconcierto al descubrir que se ha casado en Las Vegas), que treinta años más tarde el intrépido Marty se ha convertido en su padre: lo vemos sometido a un matón llamado Needles, a las órdenes del "viejo Fuji" (¿concesión al temor hollywodiense a ser comprados por las empresas niponas?), y haciendo gestos característicos con la mano, como George hacía en 1955. Descubriremos que la testarudez de Marty, quien odia que lo llamen "gallina", lo metió de cabeza en una accidente de tráfico del que salió con lesiones en una mano. Imposibilitado para tocar la guitarra, veremos la versión madura del joven héroe, ridículamente ataviada con una corbata de dos nudos, intentando sin éxito tañir las cuerdas y siendo despedido por su jefe.
Pero el viaje al futuro dura poco tiempo: el viejísimo Biff logra hacerse con el almanaque deportivo y el DeLorean volador que recuerda haber visto treinta años antes y marcha al pasado, del que vuelve hecho polvo tras haber entregado (lo descubriremos luego) el almanaque a su yo adolescente. Esta breve escena supone, sin embargo, un error o una contradicción con respecto a lo narrado anteriormente, pues si Biff ha alterado el pasado y toda la línea cronológica, como así ha sido, jamás podría regresar a esa misma época... claro que, entonces, Doc y Marty no podrían volver atrás y desfacer los entuertos causados por él, ¿no? En cualquier caso, Biff vuelve absolutamente hecho polvo, quizás producto del shock de encontrarse a sí mismo, detalle que tanto Doc como Marty (no así Jennifer) tendrán mucho cuidado de evitar (17).
El regreso a 1985 supone una interesante pirueta temporal que entronca ya descaradamente la aventura con los universos alternativos del final de la primera película. De forma descriptiva, a través del coche destrozado en el porche de la casa de Jennifer, los barrotes en la ventana, las jaurías de perros sueltos por la calle, los candados, los coches de policía desvalijados o las siluetas de los asesinatos marcadas en el suelo (escena que entronca, una vez más, con la sorpresa de George Bailey/James Stewart al ver el mundo sin su existencia en Qué bello es vivir y revivida luego por Robin Williams al salir del juego de Jumamji), Zemeckis revela que nos encontramos en un mundo alternativo antes de que el propio Marty se dé cuenta de cómo y por qué (18). Hill Valley será ahora Hell (Infierno) Valley, un lugar donde impera la anarquía, y todo por causa de su ciudadano ejemplar, Biff Tannen, quien gobierna la ciudad sobre una planta de residuos nucleares similar a la Springfield que luego habitarían los Simpson.
Este nuevo Biff se mostrará como una mezcla de Elvis Presley y J.R. Ewing, patilludo, hortera y sin escrúpulos, digno heredero de su antepasado Bufford "Perro Rabioso" Tannen. En la ciudad-monumento alzada a su memoria, con su casino Pleasure Paradise que entroncará Hill Valley con Las Vegas, Xanadú o Graceland, se repetirán de continuo los noticiarios dedicados al gran hombre, y por ellos Marty descubrirá que el Almanaque Deportivo ha forjado la fortuna de su enemigo: Un hombre que se ha casado ya con Marilyn Monroe, Jane Mansfield y... Lorraine Baines McFly.
Otra vez la escena del sueño y el despertar, marchamo de la trilogía, y Marty descubrirá un aspecto de su madre que no conocía, que no había sospechado siquiera: una mujer madura y alcoholizada, amargada y con unos enormes pechos operados que preludian la película que espera al director Zemeckis en el futuro: La muerte os sienta tan bien. En el caos en que se ha convertido 1985 (¿1985-C, entonces?), Marty descubrirá, como el moderno Edipo que es, que en el cruce de caminos que han ido pavimentando sus diferentes viajes en el tiempo, su padre ha muerto y él es el responsable inmediato.
Biff, que disfruta viendo Por un puñado de dólares mientras se solaza en su jacuzzi con dos fulanas, no comprende que es él mismo quien se ha dado el almanaque deportivo que es la causa de su fortuna ("un viejo chiflado que dijo ser pariente mío aunque no se parecía a mí"). No deja de ser sorprende que, tras las muchísimas alteraciones causadas por Biff en los treinta años de historia transcurridos desde 1955, los resultados deportivos continuaran inmutables (¿o no habría sentido Biff deseos de comprar su equivalente al Atlético de Madrid?). La misión de Marty y Doc (que en este mundo ha sido encerrado en una institución psiquiátrica y por tanto no pudo inventar la máquina del tiempo), será regresar de nuevo a 1955 e impedir que Biff se haga con el Almanaque, no importa que para ello tengan que abandonar a la inservible Jennifer en el peligroso porche de su casa.
"No sería tu chica ni aunque tuvieras un millón de dólares, Biff Tannen", es la primera observación que vemos hacer a la jovencita Lorraine en 1955, un comentario que, por lo que hemos visto, resulta una cruel paradoja. A partir de este momento, Regreso al Futuro II funciona como auto-remake, como revisitación de Regreso al Futuro, siguiendo una inteligente autoparadoja temporal que en el mundo del comic, por ejemplo, equivaldría a la visita que Doctor Extraño hiciera al Egipto del faraón Rama-Tut con los esclavizados 4 Fantásticos (19).
Aunque Doc advierte a Marty de los peligros de crear una "superparadoja", no por ello es consciente de la posibilidad de fracaso en la misión, achacando al "efecto ondular" (es decir, a la tendencia del tiempo a corregirse a sí mismo) la recuperación de Jennifer cuando regresen a 1985. Tampoco se hace mención en la película al jugoso detalle de que el DeLorean está simultáneamente en 1955 tres veces (uno, el original de Marty; dos, el de Biff anciano; tres, el que lleva a Marty y Doc), y que dos de ellos vuelan. Las alusiones a Benjamín Franklyn y a la admiración que Doc Brown tiene hacia ese científico se refuerzan en las escenas finales, cuando el DeLorean volador desaparece con el efecto de un rayo y sólo quedan en el aire las guirnaldas a modo de cometa. El comentario de Marty, "Doc se ha ido", una vez más, no corresponde plenamente al comentario original, donde "Doc is gone" indica que Marty asume que Doc ha muerto.
Mezclando otra vez material de rodaje antiguo y material nuevo, vemos a Doc Brown-1955 enfrentarse al rayo y la destrucción de la torre, bailar su jiga alegre entre los rastros de fuego del DeLorean... y desesperarse al ver que Marty llega corriendo desde el otro lado y avisa "He vuelto desde el futuro".
Regreso al Futuro III se inicia el 6 de noviembre de 1955, un día después de la marcha de Marty al final de la primera película y de su casi instantáneo regreso al final de la segunda. Y lo hace partiendo de una ironía, la capacidad de un sistema de mensajería de entregar un envío de 1885 en el momento y lugar adecuado. Doc Brown (bueno, el Doc de 1985) se ha quedado aislado en el pasado del viejo oeste, donde se considera feliz trabajando como herrero. La única posibilidad de Marty de regresar a su futuro de 1985 es recuperando el DeLorean que el propio Doc ha escondido en una mina abandonada, y para eso cuenta de nuevo con la ayuda del Doc Brown-1955 (el apellido original de la familia es, por cierto, Von Braun), superado ya el problema del plutonio como impulsor de la máquina del tiempo.
Sin embargo, el descubrimiento de una vieja tumba avisará a Marty de que Doc ha muerto en el pasado, asesinado una semana después de enviar su mensaje a manos del antepasado de Biff, el peligroso Bufford "Perro Rabioso" Tannen. Ataviado con un pintoresco traje de vaquero según la moda de los años cincuenta (pero con el símbolo del átomo como leitmotif), Marty viajará al rescate de su amigo, atravesando literalmente la pantalla de un viejo cine del desierto para aparecer en el lejano oeste y ser atacado por los indios. Un inoportuno flechazo en el depósito dejará al DeLorean sin gasolina y sin la posibilidad de alcanzar los 140 kilómetros por hora necesarios para dar el salto en el tiempo.
Marty despierta de otro sueño irreal y se encontrará con su madre, es decir, con su tatarabuela Maggie, equívocamente interpretada por Lea Thompson (puesto que Maggie no puede ser antepasada de su madre Lorraine) y con su antepasado Seamus McFly, interpretado por el mismo Michael J. Fox, ahora bigotudo y pelirrojo (y con un molesto acento a la inglesa que, en versión original, supongo que tendría tintes escoceses). Doc aparecerá in extremis para salvar al joven Marty (que aquí se hace llamar, jugosamente, Clint Eastwood) de ser linchado por Perro Rabioso Tannen, quien acaba por retarlo a un duelo. Así, el destino quedará pendiente de los dos protagonistas, pues la foto polaroid que Marty ha llevado consigo cambia de pronto y no ofrece el nombre de su destinatario en la lápida.
El problema con el que se encuentran ambos personajes para escapar del salvaje oeste, la imposibilidad de alcanzar la velocidad necesaria, no parece admitir el hecho de que el DeLorean está dos veces en 1885, oculto en sendas cuevas, por lo que sorprende que Doc no use la gasollina del vehículo que él mismo ha legado para la posteridad ocho meses antes, pues el Marty de 1955 no debería tener problemas para conseguir gasolina y viajar al pasado. Siempre, claro está, que Doc no vaciara el depósito del DeLorean para que en los setenta años a transcurrir no se estropeara.
El salvaje oeste que presenta la película, que olvida en gran parte el componente de ciencia ficción de las dos anteriores entregas, no es un oeste mitificado (aunque en el saloon aparezcan algunos de los actores secundarios de gala del género como Dub Taylor, Harry Carey Junior y Pat Buttram), sino todo lo contrario: un lugar sucio donde el agua es marrón y los hombres zafios, donde el pueblo de Hill Valley es prácticamente una charca de barro en la que ya se intuyen los detalles que perfilarán el futuro: la construcción del reloj del juzgado, el sherif Strickland como antepasado del jefe de estudios Strickland (ambos interpretados por James Tolkan, en el oeste con larga cabellera), el saloon como precedente en el tiempo de las sucesivas cafeterías, el herrero Statler como antepasado del dueño de las gasolineras, los tres comparsas de Perro Rabioso Tannen como predecesores de los sicarios de Biff en 1955 o de Griff en el 2015. Al igual que ya hiciera en 1955, Marty inventará aquí el Frisbie, y se le mostrará la lección moral de no meterse en líos, pues el hermano de Seamus, Martin, murió por su testarudez: "El pobre Martin nunca pensaba en el futuro".
Partiendo del axioma falso de que la línea cronológica "normal" se restaurará (¿cuál es la normal? ¿1985-A? ¿1985-B?), Doc estará dispuesto a saltar con Marty al futuro hasta que el amor se cruce en su camino. Clara Clayton (Mary Steenburgen) se presentará como una mujer moderna que admira a Julio Verne, como el propio Doc (20). Clara ha dado nombre al Barranco Clayton en uno de los futuros alternativos, pues se despeñó nada más llegar al pueblo, acontecimiento que no se produce gracias a la intervención de Doc Brown.
Tras el inevitable enfrentamiento con Perro Rabioso Tannen, pues por culpa de una inoportuna borrachera de Doc habrá que recurrir a un "resucitamuertos" sacado de El Dorado, la cinefilia se apodera de los últimos momentos de la trilogía. El chiste recurrente hacia Clint Eastwood ("en todas partes todo el mundo dirá que Clint Eastwood es el tipo más cobarde al este del Pecos") se verá reforzado en la armadura con la que Marty se protege, como ya Doc se protegió de los libios con el chaleco antibalas. Si Harold Lloyd era el referente del cine mudo en la primera entrega, ahora es Buster Keaton y El maquinista de la general lo que proporciona el climax necesario para que Marty alcance los 140 kilómetros por hora y regrese al futuro... dejando a Doc y su amada Clara en el oeste.
La destrucción del DeLorean al ser arrollado por un tren en 1985 (¿1985-D?) remite de nuevo a un universo alterado, pues el barranco se llamará ahora "Eastwood Ravine", en memoria del chico-pistolero despeñado por ahí cien años antes, y no "Clayton Ravine" o "Shonash Ravine". De nuevo la estructura de sueño para volver a la normalidad, y tras comprobar que todo ha vuelto a la realidad que él mismo ha mejorado un día y dos películas antes y reunirse en efecto con Jennifer en su porche, Marty es capaz de evitar su negro futuro al esquivar un duelo motorizado con el mismo Needles que lo atormentará (¿atormentaría?) en el futuro. Doc y Clara regresan ahora del pasado en un tren de vapor que vuela y todo, acompañados por sus dos hijos, Julio y Verne, y aunque expresan su deseo de visitar la Roma antigua, no pueden dejar de anunciar el mensaje de que el futuro es algo por hacer y que se labra día a día. Al contrario que la primera entrega, aquí Zemeckis y Gale no cometen el "error" de embarcar a Marty y Jennifer en el tren-máquina del tiempo, cerrando la aventura a posibles secuelas, aunque Doc y Marty sí tendrían un breve epílogo como serie de dibujos animados.
El tiempo transcurrido desde el rodaje de la tercera entrega, las ínfulas de director serio de Robert Zemeckis desde su oscarizada Forrest Gump o su cuasicienciológica Contact, los tristes problemas de salud que achacan a Michael J. Fox y la dificultad de rizar el rizo de una trilogía de la que todos los componentes acabaron exhaustos, dificulta la continuidad cinematográfica de la saga, que tendría al menos un digno heredero en la serie Quantum Leap (A través del tiempo). Pero ahí queda, una inteligente transposición de ciencia ficción y parodia, de comedia de enredo y western, un éxito de taquilla que no hace concesiones a la galería y puede presumir de haber mostrado, desde la comercialidad y la calidad, uno de los temas más difíciles de la ciencia ficción, y haber salido del lío con sobresaliente.
NOTAS
(1) Nos quedan, claro, las aventuras de Mad Max. Pero Mad Max I no era ciencia ficción, ¿verdad?
(2) Fox aparecía siempre en las listas como el actor ideal para encarnar a Robin cuando Batman aún no había caído en manos de Tim Burton.
(3) El papel fue pensado originalmente para John Lihtgow, quien no pudo interpretarlo por otros compromisos.
(4) Hay dos periódicos enmarcados donde se dice que la mansión Brown fue destruida por una explosión, y luego la propiedad vendida. ¿Alusión al pasado desastroso de Doc o a otros pasados alternativos?
(5) En los primeros guiones, la máquina del tiempo era un frigorífico. Cambiaron la idea al pensar que miles de niños podrían morir congelados tratando de viajar al pasado y conocer a sus padres.
(6) A la simple humorada debemos achacar el teclear el 25 de diciembre del año 1 como la fecha del nacimiento de Cristo, claro.
(7) "Mister Sandman, bring me a dream", dice la cancioncilla. Gracias a Neal Gaiman, todos sabemos hoy que el Sandman es, en la mitología nórdica, el señor de los sueños que sopla la arena de su bolsa y te invita a sumergirte en otras realidades. La alusión a la sensación de sorpresa de Marty no puede ser más completa.
(8) Marty, chico de los ochenta, bebe "Pepsi Diet", que el cantinero de 1955 no conoce. En la versión española pide "Pepsi Sin", referido a "sin azúcar", a lo cual el cantinero pregunta "¿Sin qué, sin pagar?". Ignoro cuál sería el diálogo original. El otro chiste se produce cuando Marty decide pedir algo sin azúcar, y acaba delante con un café solo.
(9) Sin embargo, el episodio en cuestión no es de 1955, sino de mucho más tarde.
(10) Si Goldie es alcalde porque Marty se lo dice... ¿quién le plantó la idea en el mundo original?
(11) ¿El gesto del padre con la mano en el 1985 original es un "dejá vù" del dolor causado cuando no dio el puñetazo?
(12) En los primeros borradores, el DeLorean regresaba a 1985 atravesando una explosión atómica en Álamo Gordo.
(13) Llegó incluso a correr el rumor de que se veía un punto de forma humana recortarse contra la luz del fondo del centro comercial, como si en efecto otro Marty hubiera sido testigo del intento de asesinato a Doc. Por muchos pases que se den a la escena en video, sigue sin verse nada claro.
(14) Sin embargo, hay momentos de la segunda película en los que se utilizó metraje adicional de Crispin Clover, por la misma lógica de la trama. El actor, por cierto, demandó a la productora por usar su imagen sin su permiso y sin citar la procedencia.
(15) Búrlese usted de las modas. Zemeckis y Gale tuvieron durante muchísimo tiempo que soportar el sambenito de la pregunta inevitable: ¿Dónde se compran los aeropatines?
(16) Las coloridas camisas de Doc Brown ya presentarían, no obstante, un estampado de trenes modernistas y de lazos y cactus.
(17) Una de las ideas primeras era que Biff, tras salir dando tumbos del DeLorean, se borrara de la existencia.
(18) En la versión española, Marty exclama absurdamente "¡Es el año falso!", cuando en inglés dice "It́s the wrong year!", indicando que cree haber llegado a un año equivocado, no al mismo 1985 del que partiera.
(19) Los comics de Vengadores Costa Oeste se atreverían a hacer una triple paradoja temporal con ese acontecimiento aventurero, donde todos los héroes se cruzan y entrecruzan en el pasado sin encontrarse jamás, y sin alterar por tanto ninguna línea temporal. Regreso al Futuro se queda en la primera parte de la pirueta, porque la tercera entrega se vuelca hacia el pasado, sin llegar a tanto.
(20) Parecería más apropiado el referente a H.G. Wells, pero éste no escribiría La máquina del tiempo hasta 1895, mientras que De la Tierra a la Luna es de 1865.
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