Soy sedentario, mesetario, comodón. Si fuera árbitro de fútbol, sería árbitro casero: de los que no lo pueden remediar y se vuelven loco con una bata y con un sofá (copyright El Yuyu, conste). Me gusta viajar lo justo: no he aprendido que la vida es viaje, y se me hace un suplicio el trayecto. Si existiera el teleportador de Star Trek o se pudiera jauntear como en Tigre, tigre, yo estaría encantado: un chasquear de dedos y ala, en el quinto pino a la derecha.
Pues heme aquí que a partir de dentro de seis horas estaré de nuevo on the road, como un cantante de esos que se pasan la vida en el bus entre bolo y bolo, como un futbolista de segunda b que tiene que desplazarse cada quince días al sembrado de patatas que haga las veces de campo de competición. O, dicho de otra manera más clara y menos melancólica (no vean ustedes qué día llevo): que me voy a los Madriles once again con ciento veintitrés chavales y cinco compañeros, a pasar frío, a ver El fantasma de la ópera, a no dormir por aquello de que los adolescentes se pirran por un pasillo de hotel y a llegar de madrugada el sábado con los nervios destrozados y un sueño de dibujo animado del Coyote y Correcaminos (¿o me traiciona el subconsciente y me estoy acordando de los párpados de Tom, hartito de Jerry?).
Ya les contaré la experiencia. O, por lo menos, ya les contaré qué me parece la obra de teatro (llevo quince años esperando verla, así que las probabilidades de que me acabe decepcionando son altas: me conozco lo suficiente para saber que me pasaré dos horas analizando sin disfrutar lo que pase en las tablas). Tengo ilusión, eso sí, por ver si encuentro de una vez el libro de Daniel Pennac que se me recomendó en esta misma bitácora antes de que el apagón de hace mes y pico nos dejara mudos unas semanas (Como una novela, agotado en Anagrama, a ver si en la Casa del Libro queda uno al menos...), y por darle gusto a la gula y traerme una cajita de Dunkin´ Donuts para los críos (y, vale, para mí mismo).
Pórtense bien mientras tanto y ya lo saben: esta es su casa.
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