A una semana de que se termine el verano (o por lo menos las vacaciones), suele pasar como a final de año: uno siempre acaba por hacer balance de lo que ha hecho (o en mi caso de lo que no ha hecho) durante estos meses.
Un verano en el que no escribo cosecha propia ni es verano ni es nada. Eso, lo primero. Enfrascado con una traducción larga (En el país de los ciegos, de Michael Flynn), no he tenido tiempo que dedicarle a la novela policiaco-fantástica que anda en dique seco desde hace tres añitos, ni a los dos relatos largos que me rondan la cabeza desde hace tiempo. Esta bitácora y tontear en internet también me han robado lo suyo, cierto es. Pero la culpa es solo mía: no estoy preparado para lanzarme de cabeza otra vez a escribir la historia tal como quiero escribirla.
La playa, tan encantadora y tan jartible como siempre. Soy un rescatador profesional de niños en el agua (una vez, incluso salvé a un ancianito). Pero este año parece que los papás y las mamás se han concienciado algo más, porque sólo he rescatado un mísero cubo que volaba un día de viento. Mejor así, desde luego.
Ha sido el verano de la explosión del topless en Cádiz, playa provinciana y familiar donde las haya. Será un otoño de wonderbrás, como si lo viera.
Un verano de calor, de mucho calor en agosto. Julio fresquito y agosto espantoso: poniente y levante contrapuestos. Lo malo es que llegará septiembre, empezará el curso y nos asaremos en clase: el verano de San Miguel, el veranillo del membrillo o el verano indio, según quieran ustedes llamarlo. A menos que llegue la temida gota fría, por aquí abajo nos dará noviembre en mangas cortas.
Verano de algunas películas divertidas en cine, ya reseñadas. De algún deuvedé maravilloso, ya reseñado también. De pocos libros, ay. De casi ningún tebeo. De poca música (algún día les contaré la relación amor-odio entre la música y yo). De alguna cena en mi restaurante mexicano favorito y largos paseos por la orilla del mar.
La gran nota positiva de este verano algo soso es que he perdido once kilos. Y no, no quiero encontrarlos.
Comentarios (30)
Categorías: Reflexiones