Anda el sector integrista del fandom de Star Wars soliviantado porque el nuevo dueño de la franquicia, o sea, Disney, mientras prepara el nuevo bombardeo cinematográfico con que va a hacerse a sí mismo la competencia (al boom supeheroico de la casa me refiero) ha anunciado lo que era evidente a poco que uno dedicara dos segundos a reflexionar sobre el tema: eso que hemos dado en llamar el "universo expandido" no existe en las continuaciones que se preparan.
La sangre de fan defraudado no se convierte en ríos de tinta porque ya todo el mundo escribe online, pero no me extrañaría que acabaran por plantear eso que el fan cree que es su última arma: el boicot. Tal parece que les hubieran robado la infancia.
Y todo porque, en buena lógica, la productora no quiere tener hipotecado el futuro de la franquicia ni la capacidad de sorprender al espectador. Un espectador-target que es muchísimo más numeroso que el espectador-fan. Muchísima más gente ha visto las pelis de SW que la que ha leído las novelas, los cómics, los dibujitos animados o los videojuegos.
Disney sabe la lección. Los tebeos, las novelas, los dibujitos animados, las enciclopedias son bantha pudu: el placebo con el que se entretiene al fan mientras el producto real (el de los cines) queda en barbecho o, como en el mismo caso de SW, se suspende sine díe. Gran parte del fracaso de la primera trilogía (los episodios I al III) se debe a que perdimos, todos, el factor sorpresa. El espectador ya sabía lo que iba a pasar, lo había imaginado mil veces en los veinte años de hiato transcurridos, y lo que le ofreció la imagen no pudo competir con lo que había visto ya mil veces en su mente.
Así pues, no habrá comandantes azules, ni academias Jedi, ni hijos de Han y Leia, ni muerte de Chewbacca, ni clones de Obi Wan o el Emperador.
O sí. Porque al no "respetar" lo que se ha hecho en otros medios el cine puede picar de acá y de allá, a su gusto, mezclando las ideas y los argumentos, sin casarse con nadie pero explotando a placer lo que les interese. Buscando la sorpresa y la espectacularidad, que de eso se trata.
Tener que recordar a estas alturas que El ojo de la mente, la primera franquicia, quedaba ya desautorizada en El Imperio Contraataca, y que la adaptación al cómic que hizo Marvel nunca fue tenida en cuenta en las películas...
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