El noveno álbum es, en líneas generales, “Un día en la vida del Cádiz de las Cortes”, visto desde los ojos de un paseante que frecuenta el Oratorio, pasea por las calles, acude a la tertulia liberal de Margarita de Morla y pasea por los Glacis y ve la esclavitud, puede que incluso sea cliente de Teresita la Reina, y al final de la historia, en el Café de Apolo, asiste como testigo al juicio masónico donde se condena a muerte a Fernando VII. La gracia de la historia es que ese testigo sin nombre es un servil, y más que un servil, un espía a sueldo del rey: la historia cierra cuando el testigo redacta una lista de nombres de traidores que, se sobreentiende, entregará a Fernando VII.

Como siempre, las indicaciones de guión, número de viñetas por página que se indican, etc, son aproximativas. Feel free para retocar lo que te parezca que puedes contar mejor de otra manera. Si los cambios son importantes, eso sí, agradecería que lo consultaras.
Lo ideal sería cuatro-cinco viñetas por página, no mucho más. Como estamos trabajando al estilo Marvel (más o menos), cada punto y aparte indica una viñeta o una secuencia de viñetas.



PÁGINA 1

En cuatro viñetas alargadas, que es la forma con la que están comenzando todos los álbumes. Una formación de cañones franceses apuntando al lector. Un oficial da la orden. Los franceses, aunque no se vea, están al otro lado de la bahía de Cádiz.

OFICIAL: FEU!


Los cañones disparan (los vemos ahora de perfil, contra la derecha del lector). La onomatopeya es opcional.

Las campanas de una iglesia gaditana tocan alarma.

Las balas caen contra la población de Cádiz, pero no causan demasiados daños: es decir, no estallan. Gente corriendo, cosas que caen al suelo, edificio alcanzado, etc.



PÁGINA 2.

Desde lo alto de la torre, un fraile da cortes de mangas a los franceses que disparan desde el otro lado de la bahía (es histórico).

FRAILE: ¡Mala puntería, gabachos! ¡Maricones! ¡Fils de putaine!

Tras el bombardeo, los niños corren y juegan entre las balas de cañón caídas, que parecen granadas reventadas en el suelo. Alguna maja (Teresita la reina, del tercer álbum, volverá a salir luego), se hace tirabuzones con el percutor caliente de las bombas.

GENTE CANTA: ¡Con las bombas que tiran los valentones… se hacen las gaditanas tirabuzones!


Los habitantes de la ciudad cantan, ríen y vuelven a sus quehaceres cotidianos, terminado el bombardeo testimonial de tan corta incidencia en la ciudad: recogen puestos del suelo, se sacuden el polvo, corren a auxiliar a la gente herida, se ríen de su suerte. Todo en dos viñetas que componen las cuatro de la página. En la tercera, vemos a un hombre delgado y vestido de oscuro entre la gente.

CORO: ¡Que las hembras cabales, en esta tierra, cuando nacen ya vienen pidiendo guerra!


El hombre de oscuro ahora es más importante en la viñeta, no un comparsa más: continúa caminando, observando a partir de aquí todo lo que va a ser la historia. No debe quedar claro, en el dibujo, que es “el malo”, pues esa sería la sorpresa de la última página. Las viñetas que siguen, a lo largo de todo el álbum, podrían mostrarlo en ocasiones, o alterar una cámara subjetiva que, sin llegar a los extremos de aquel episodio de Spirit, nos hiciera ver algún escorzo del personaje.



CORO: ¡Guerra, guerra, guerra, guerra!



PÁGINA 3


Una viñeta-página por fin demos al lugar de las Cortes el sitio que se merece. El paseante llega al Oratorio de San Felipe Neri. Vemos el exterior del edificio donde se están celebrando las Cortes.

Imagino que habría soldados y edecanes en la entrada, algún caballo o carruaje, paseantes y figurantes. Hay que buscar (asesor histórico por medio) imágenes del oratorio tan como era en tiempos, sin todas las placas conmemorativas que tiene ahora.



PÁGINA 4

Somos testigos de una sesión de las cortes. Una sesión donde Mejía Lequerica discute con los diputados conservadores para abolir la esclavitud. Se adjunta información sobre el físico de Mejía Lequerique.

La primera viñeta es grande, vista desde la parte de arriba del Oratorio, que es donde se situaba el público y nuestro personaje observador. Se enviará información gráfica, asesor mediante. Vemos que preside el enorme retrato de Fernando VII.


A partir de aquí, dejo a la elección del dibujante el juego de planos y contraplanos de la sesión, teniendo en cuenta de que debe ocupar tres páginas. Cada texto recuadrado debería ir en una viñeta.



MEJÍA: Y yo les digo a ustedes, señorías, que nuestra nación no podrá considerarse una sociedad verdaderamente libre y encaminada al progreso mientras no erradique la lacra de la esclavitud que sufren tantos y tantos compatriotas tanto en mi nativa Quito como en el resto de las Américas
.

MEJÍA: No puede haber idea de igualdad sin libertad.

MEJÍA:El mundo que construyamos a partir de aquí tiene que ser un mundo para todos por igual.


PÁGINA 5


Los diputados conservadores saltan y se inicia un debate acalorado.

DIPUTADO CONSERVADOR: ¡Su señoría habla como un francés! ¡Y los franceses, quizá no lo sepa el señor Mejía Lequerica, son el enemigo!


OTRO DIPUTADO: ¡Radical!


MEJÍA: ¡Apelo a la conciencia de sus señorías! ¡La esclavitud no es cristiana!


DIPUTADO CONSERVADOR ¡La esclavitud es la base de la economía de muchas haciendas! ¿Quiere usted que se hundan las Españas por un deseo equívoco de humanidad?




PÁGINA 6

El tono impostado del debate debe ser algo teatral.

DIPUTADO CONSERVADOR: ¿Qué vendría luego, señor Mejía? ¿No daría eso pie a la independencia de ultramar como tantos sediciosos desean?


OTRO DIPUTADO CONSERVADOR:
No podemos mostrarnos más débiles en el momento en que tenemos que ser más fuertes.


Una viñeta que muestra la trifulca que sigue a continuación. Mejía Lequerica baja del estrado, cabizbajo.

Se sienta junto a Agustín de Arguelles (ver físico según el álbum “Isla de León”). Lo vemos abatido.

MEJÍA: Es inconcebible que la razón ceda al interés egoísta. Me temo que no sacaremos adelante esta propuesta, don Agustín.



PÁGINA 7


Arguelles, con los codos sobre la mesa y las manos unidas ante la cara, como suspirando abatido.

ARGUELLES: Eso me temo, don José. Pero sacaremos otras.


El viajero sale a la calle. Lo vemos poniéndose el sombrero y ajustándose la capa.

En la calle vemos a una monja, con hábito antiguo, subida en el parterre de una fuente y acompañada por otra monja que permanece en silencio. La monja es joven, de unos treinta años, pero no bonita. Es la madre María Rosa de Jesús.

MONJA: ¡Puesto que sus señorías no quieren recibirme como enviada de Su Santidad el Papa Pío VII, a quien he visitado en prisión, he aquí la solución para poner fin a este conflicto!


Un grupo de gente se congrega a escuchar a la monja iluminada.


MONJA: ¡La guerra es la ira de Dios contra los pecados de los hombres!



Primer plano de la monja.


MONJA: ¡Hemos de poner la santa faz de María Santísima de los Dolores en las banderas de los ejércitos y hacerla generalísima de las tropas españolas!


PÁGINA 8

Viñeta grande que ocupa al menos la mitad de la página. Entre el grupo de gente, hay quien mira embobado, quien hace gestos como que a la monja le falta un tornillo, quien mira a las majas y quien se aprovecha de lo ajeno y roba un reloj o una fruta. De eso vemos que se encargan dos niños que deberían ser la versión infantil de CHANO y SEBASTIÁN, a quienes ya hemos visto en el álbum “Las cuevas de María Moco”.

MONJA: ¡Y las tropas deben rezar y comulgar antes de las batallas, mantener tres días de ayuno y pedir perdón a Dios por la expulsión los Jesuitas!.


Mientras la otra monja pasa un platillo para iniciar una colecta, los dos niños se pegan el piro.


Los niños salen corriendo tras haber robado una bolsa de monedas. Ríen.

CHANITO: ¡Esa Sor María Rosa de Jesús está como una cabra o es una santa de verdá!

SEBASTIÁN JR. :¡O sabe desplumá a la gente mejón que nojotro!


PÁGINA 9


Los dos niños llegan a otra calle donde se encuentran con la versión adulta de sí mismos, Chano y Sebastián. El paseante los ve desde una esquina.

Los padres y los niños están cruzados: es decir, el niño delgado es hijo del gordo y el niño gordo es hijo del delgado, aunque sean réplicas perfectas unos de otros. Uno de los niños intenta entregar la bolsa de dinero robado a su padre, el flaco SEBASTIÁN, que intenta disimular mientras el otro contrabandista, el gordo CHANO, intenta vender un par de uniformes franceses y dos pelucas blancas a unos clientes (ver “Las cuevas de María Moco” para captar el feeling de los personajes y las calles; los uniformes y las pelucas son el botín de ese álbum)

SEBASTIÁN PADRE: ¡Chitón, niño, déjalo pa luego!

CHANO PADRE: ¡Lo que yo le diga a usté, señor mío! ¡Moda de París-París! ¡De categoría! ¡Toque el paño, toque!



Interviene Sebastián, primer plano que nos muestra su careto algo coloradote por el vino y las mellas en la boca:


SEBASTIÁN: ¡Y ya me dirán de las pelucas! ¡Limpias como una patena! ¡Sin piojos ni ná! ¡Y hasta huelen a perfume!



El viajero pasa por delante de una tahona donde María y la joven Pepa venden su producto (ver “Trafalgar” y “Las cuevas…”).


En la calle, muy escotada y echá palante, el viajero se encuentra con Teresita la Reina (ver “Con las bombas que tiran” y “Las cuevas…”)


TERESITA: ¿Nuevo usté en la ciudad, caballero? ¿Hay algo que quiera que yo le pueda enseñar?



PÁGINA 10:


Teresita insiste, ofreciendo su escote y sus encantos al lector. Plano medio, del talle para arriba, sensual.


TERESITA: ¡Anda, que no se diga que las niñas de Cadi no son hospitalarias! ¡Vente conmigo que te voy a hasé de orvidá a los franchutes y la mierda esta de guerra!



Sin decir palabra, aturdido, el viajero hace ademán de rechazarla.


TERESITA: ¿Po no será sieso el cara de vinagre éste? ¡Hombres más hombres que tú me cosen a mí los vestidos aunque sean de la piompa!




El viajero continúa algo apurado su camino.

Un féretro que pasa y le corta el paso. Otros dos hombres comentan a su lado, en la acera.

CURIOSO 1: ¡Otro muerto! ¿Habrá vuelto la fiebre amarilla?

CURIOSO 2: No lo quiera Dios… pero mejor enterrarlo pronto.


PÁGINA 11

El viajero sigue al cortejo fúnebre, atraviesan las Puertas de Tierra (ojo con la documentación, que solo tenía un arco y no dos, y el torreón era distinto),

Cuando el cortejo se aleja, el viajero se detiene en una especie de venta que hay fuera de las murallas.

Entra en la venta,

Vemos entonces que no es una venta cualquiera, sino una especie de prostíbulo



PÁGINA 12


En el lupanar de los glacis, vemos las esclavas negras, el aspecto patibulario de la gente, los señoritos que fuman y se propasan. Alguna cancioncilla típica de la época.

Primeros planos de las esclavas, gestos de dolor contenido, alguna marcada por el látigo.

El viajero bebe su vino, escucha un cante flamenco.

CANTE: Si tu me dise primita que al alba me esperarías
Al ejérsito fransé yo solo me enfrentaría…


Se marcha y vuelve a la ciudad.


PÀGINA 13

Tertulia literaria de doña Margarita de Morla. No sé si habrá retratos de ella, pero en todas partes se la describe como una mujer fea. Entre los asistentes está Clara, la bella burguesita del álbum anterior, “Domingo de piñata”, a quien preguntan por su ajuar de novia.

Es un salón (ver documentación) amplio y sobrecargado de muebles. Podemos ver de nuevo a Mejía Lequerica y a Argüelles conversando y tomando café, que es la moda del momento. Uno de los personajes, ahora con sotana, es el curita joven que apareció en el álbum Guerrilleros. Un pisaverde con levita y perilla lee un poema

PISAVERDE: Oiga la patria el grito fiero
Contra el pérfido galo proferido
De recia libertad enaltecido
Contra Napoleón desde este suelo…

OTRO PISAVERDE LE SUSURRA A UN TERCERO: ¿Esa rima no tendría que ir en consonante?



Nos adentramos en la tertulia y asistimos a algunos comentarios cruzados entre los asistentes, que son liberales, aunque el debate está servido.

CURA MAYOR: Es posible, sí, lo que usted propugna, amigo Mejía, ¿pero qué mayor esclavitud que vivir en pecado?

MEJÍA: Vivir en el oprobio, Su Eminencia.




CURA MAYOR: Precisamente, desde que se abolió el Santo Oficio, las costumbres se han degradado hasta tal punto…

MEJÍA: Nada hay más degradante que la guerra, don Carlos. O que vivir como en guerra en tiempo de paz, ¿no le parece?



PÁGINA 14


Otra conversación. Dos viñetas para abordar el tema.

DIPUTADO: El mayor temor es la emancipación de las colonias, algo comprensible. ¿Qué sería de la metrópolis entonces? ¿Qué futuro le espera a las Españas?

OTRO PARTICIPANTE: Perder la gran colonia americana no ha menguado el poderío del imperio inglés.
.
DIPUTADO: Ellos tienen un rey presente, no lo olvidemos, don José María.

PARTICIPANTE: Y un Parlamento que funciona, no lo olvidemos.


Entramos en el momento femenino de la tertulia. Margarita de Morla, sentada en un aparte con Clara. Vemos que la joven está cabizbaja, pero intenta sacar fuerzas de flaqueza.

DOÑA MARGARITA: ¿Entonces, querida niña, ya has fijado la fecha de tu boda?

CLARA: El día de San José, doña Margarita, si Dios quiere.

DOÑA MARGARITA: Alegra esa cara, Clara. Seguro que serás muy feliz…

La Morla se vuelve hacia el viajero.


DOÑA MARGARITA: ¿Pero se marcha usted ya?

VIAJERO: Le suplico humildemente que me disculpe, doña Margarita. Pero tengo un compromiso inexcusable.


PÁGINA 15

El viajero vuelve a salir a la calle. Ya es de noche.

Se cala el sombrero, se pone los guantes, se sube el cuello del abrigo.

Se detiene en la puerta del café Apolo, mirando al piso superior.

Entra en el café.

En una mesa sentado, casi derrumbado, medio borracho, está Ernesto el gacetillero (ver “Domingo de piñata”).


PÁGINA 16



De manera disimulada y subrepticia, el viajero muestra a uno de los camareros algo que lleva en la mano, pequeño y del tamaño de un reloj. Puede verse o no que se trata de un símbolo masónico.

Junto a una puerta al fondo (se sobreentiende que han pasado unos minutos), el camarero hace señas al hombre para que pase. La historia adquiere a partir de ahora cierto tono de misterio.

Una escalera de madera, mal iluminada por velas.

El viajero sube.

Ante una puerta cerrada, monta guardia un hombre en sombras.

El viajero le muestra de nuevo el símbolo, y susurra.


VIAJERO: LUX ATERNA.


Pasamos a la trastienda de la primera planta.


PÁGINA 17

El viajero entra en una habitación en penumbra.

Un enorme retrato de Fernando VII, similar al que vimos antes. Debe dar la impresión de que está ahí, de que no es un retrato de momento. Lo que vamos a ver es un juicio masón al rey ausente, escenificado por el retrato, lo mismo que las Cortes son presididas por otro retrato similar.

En dos o tres viñetas, vemos símbolos masónicos que asoman entre la penumbra. Pedir documentación. Los presentes no llegan a verse claramente, pero van con el rostro descubierto.

GRAN MAESTRE: Entonces, caballeros, ha llegado el momento de la deliberación y el veredicto.


GRAN MAESTRE: El rey felón, el gran ausente, ha sido juzgado. Hemos oído los argumentos a su favor, las quejas en su contra.


GRAN MAESTRE: Bola blanca, vida. Bola negra, muerte.


PÁGINA 18

Los conjurados, siempre en penumbra, van colocando dentro de un saquito sus votos respectivos.

Vemos colocar las bolas.

Los vemos retirarse.

Plano cercano de la mano del Gran Maestre que va extrayendo las bolas del saco.

Sobre la mesa, un número indeterminado de bolas. Todas son negras.


GRAN MAESTRE: Así pues, hermanos, hemos decidido. El rey ausente y traidor no merece otra cosa sino la muerte.


El juicio sumarísimo a Fernando VII entre símbolos masónicos. En sombras, los símbolos masónicos y el juicio al rey ausente, representado por un retrato similar al de la página 4, donde se le condena a muerte por traidor.


Página 19


Los juramentados se dan la mano en silencio. También la estrecha el viajero.

Uno a uno, con disimulo, salen de la habitación en penumbra.

Salen al interior del café.

Salen a la calle de uno en uno. A quien seguimos, naturalmente, es al viajero.

Ya debe ser de madrugada. No hay nadie en las calles más que un par de gatos vagabundos.



PAGINA 20


El caminante vuelve a su hospedaje,

Entra en su habitación.

Se sienta ante una mesa y saca tinta y papel.

Lo vemos escribir.


En el papel, leemos claramente la delación. Letra cursiva, propia de quien escribe a pluma.


Informe confidencial para SS.MM. D. Fernando VII.

Relación de traidores a la Corona y a la Patria.


Y vemos que ha escrito una larga serie de nombres.

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Comentarios

1
De: AJC Fecha: 2012-05-30 17:03

Concluida su lectura (que me ha demorado lo indecible, porque soy de la vieja guardia y eso de leer en una pantallita me cansa lo indecible), me parece un guión en el que se le deja al dibujante las manos libres para obrar a su antojo. Pero queda una duda: ¿cómo sabe el guionista que el dibujante va a captar precisamente la imagen que el tenía in mente? O dándole la vuelta a la pregunta: ¿no puede ocurrir en alguna ocasión que la viñeta resultante no se parezca en nada a la idea que el escritor tenía preconcebida?



2
De: RM Fecha: 2012-05-30 17:53

Esa es la madre del cordero. Unas veces el dibujante cumple y otras no. Hay dibujantes que quizá prefieran que se lo den todo mascadito y otros que no. Yo prefiero dejar libertad creativa, porque presupongo que le va a dedicar al dibujo el mismo tiempo y el mismo amor y el mismo trabajo "Profesional" que yo.

A veces sale. A veces no sale.



3
De: RM Fecha: 2012-05-30 17:57

Un buen ejercicio de aprendizaje (tanto para mí como escritor como, quisiera, para los lectores que quieren ser dibujantes o guionistas) es comparar los guiones con los tebeos ya realizados.

A veces sale. A veces no sale.



4
De: Mirbos Fecha: 2012-05-31 14:21

El estilo Marvel tenía de bueno que si un número salía mal, podías redimirte en el siguiente. Y tenían varios números random guardados por si el dibujante no llegaba a tiempo. Para una novela gráfica, no se si sería un método igual de bueno...



5
De: RM Fecha: 2012-05-31 20:04

El método Marvel tenía (y tiene) de bueno que Stan era el editor, y todo lo que no valía lo echaba para atrás y lo mandaba corregir.

Cosa que yo no he podido hacer en mi caso, nunca.



6
De: Mirbos Fecha: 2012-05-31 21:26

Toda la razón, también.