Creo que se ha dicho poco, pero es cuestión repetirlo. El cine de los jóvenes cachorros de los años setenta se hace desde las escuelas de cine, en donde eran todos o casi todos estudiantes. Estudiar el cine como materia de sueños a la vez de como materia de lenguaje y de historia es lo que lleva, inexorablemente, a la nostalgia. Por eso la primera mitad de los años setenta el cine es una vuelta atrás al cine de los años treinta y cuarenta, al de los grandes maestros. Se le llamó la moda retro, y tenemos ejemplos como el King Kong de Guilermin, The Last Picture Show, Hearts of the West, American Grafitti, el propio Padrino de Coppola, aquel infausto Doc Savage, y hasta El hombre que pudo reinar, que permitió a John Houston recuperar, para Connery y Caine, un guión que había sido escrito mucho tiempo antes para Gable y Tracy. El summum de aquella moda fue, y se intentó que incluso fuera parte de la moda, El gran Gatsby.
La guerra de las galaxias forma parte de aquel revisionismo (en los comics, ya saben ustedes, tuvimos revisionismo también: el Tarzán de Kubert que homenajeaba-fusilaba al de Hal Foster; Conan y King Kull; Doc Savage y La Sombra). Aunque estrenada en 1977, la película se rodó dos años antes.
La diferencia es que Star Wars, en vez de ponerse estupenda y tirar para la nostalgia de cualité, tiró hacia el cine de serie B y los seriales.
El resultado es que desvió aquella moda y creó otra.
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