2008-10-09

1725. POLLO O PATO



Mi amigo Antonio es tan peculiar como cualquier otro de mis amigos. Como yo mismo, quizá. O sea, un tanto raro. A las tardanzas de unos, las cogorzas con agua mineral de otro, la negativa a comer cualquier cosa que esté fría de algún tercero, mi amigo Antonio odiaba, aborrecía profundamente el pollo.

Oigan, que yo en eso no me meto. A mí hay cientos de comidas que no me gustan. Hay quien no puede ver ni en pintura el queso (y mira que hay tipos de quesos), y quien desconoce la maravilla que es meterle el diente a una gamba. Allá cada uno con lo suyo.

Antonio, tan peculiar como cualquiera de nosotros, no comía jamás pollo. Le daba asquito el bicho, al hombre. Lo cual quiere decir que cuando íbamos de comilona (y en aquellos años ir de comilona era ir de comilona prácticamente cada semana), él nunca pedía pollo.

Una noche fuimos todos al restaurante de postín gaditano por excelencia. O sea, a El Faro, donde en aquellos tiempos, porque éramos más jóvenes, no teníamos obligaciones familiares, ni alguno de nosotros tenía la cabeza puesta a precio, éramos clientes habituales cada dos o tres semanas, ya les digo.

Empezamos a pedir. Lo de costumbre: que si el paté de cabracho, que si el ceviche, que si las tortillitas de camarones, que si los langostinos... Todo para compartir. Y al pedir el plato principal, cada uno lo suyo. En El Faro, normalmente, todos pedimos siempre pescado, que para algo estamos donde estamos.

Mi amigo Antonio, más peculiar aquella noche que de costumbre, pidió un muslo de pato a la no-se-qué. O sea, uno de esos platos que tardas más en pedirlo que en comerlo.

Nos fueron sirviendo la comida: para mí el pargo, para ti la ventresca, para el otro el mero. Y cuando le plantan a mi amigo Antonio su plato, antes de decirle el sempiterno "Tenga usted cuidado con el plato, que está caliente", el camarero de frac suelta la frase célebre:

--¿El pollito para quién era?

Antonio pestañeó dos veces por detrás de sus gafitas de John Lennon, se le quedó la boca así como ladeada, se aflojó el nudo de la corbata (me he olvidado decir que se da cierto aire a Jack Lemmon), y dijo:

--¿Pollo? No, no. Yo lo que he pedido es pato.

Y el camarero, sin arredrarse, mientras le colocaba el plato delante, le contesta:

--El pato, eso es. Aquí lo tiene el caballero.

El caballero, o sea, mi amigo Antonio, se quedó helado allí delante del plato caliente. Un silencio de dibujo animado se extendió alrededor de lo redondo de la mesa. Todos nos quedamos mirando el pato.

--Esto no parece pato --pestañeó de nuevo mi amigo Antonio.

--No, hombre, no. Ya te ha dicho que se ha confundido. Es pato.

--Parece pollo.

--Ya ha dicho que es pato.

--A ver, trae que lo pruebe.

Y probamos todos y cada uno un trocito. Para tranquilizar a Antonio y sus fobias.

Todos y cada uno dimos nuestro veredicto unánime:

--Cómetelo tranquilo, picha, que es pato.

Y haciendo de tripas corazón, convencidísimo, Antonio se comió el pollo.


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Comentarios

1
De: josem76 Fecha: 2008-10-09 12:03

pero.... ¿fue error de El Faro o complot vuestro? xDDDD



2
De: Pantoja Fecha: 2008-10-09 12:36

...como Andrea?



3
De: Quepasaconelquesoeh? Fecha: 2008-10-09 12:47

Pollo - Proletariado

Pavo - Clase media

Pato - Aristocracia plumifera. (junto con el faisán, y algunos otros)

Lo que le paso a tu amigo es un claro ejemplo de ser incapaz de discriminar las clases sociales. Como si de política se tratase.



4
De: Rita Bennett Fecha: 2008-10-09 15:39

Pues confundir el pollo con el pavo tiene un pase pero, ¿con un pato? Es bastante diferente, no sé. No se parecen ni en el color.



5
De: RM Fecha: 2008-10-09 17:06

Era de carme blanca: era pollo.

El delito es que un tío que daba así la lata porque no le gustaba el pollo de pronto pidiera pato, que no deja de ser un bicho primo hermano.



6
De: Rudy Fecha: 2008-10-09 17:43

Hombre, no, ni de lejos. Ni el color ni la textura ni el sabor de las carnes se parecen. Vamos, que me como el pollo de cualquier manera y al pato ni me acerco, de hecho.

Decir que son primos hermanos es como decir que eres un pejigueras porque comes ternera y no cerdo cuando, al fin y al cabo, los dos son mamíferos.



7
De: RM Fecha: 2008-10-09 17:55

Son bichos con plumas, alas, dos patas, pico. Por fuera se parecen. Lo más normal es que si no te gusta uno (porque lo has probado poco o porque te de asco el bicho, caso de mi amigo) no te acerques al otro.

De ahí la peculiaridad de mi amigo. Imagino que ya no probará ni uno ni otro.

En el sabor, evidentemente, son muy distintos.



8
De: RM Fecha: 2008-10-09 17:55

Prueba el pato de la casa estilo chicharrones de los restaurantes chinos, Rudy. Exquisito.




9
De: RSMCoca Fecha: 2008-10-09 18:42

¡Que malos sois! :-D

Pero yo no debo hablar, pues fui complice de algo parecido con mi propia madre :-)). Odia el pollo, nunca lo come. En una boda nos sirvieron unos canapés con pollo, pero nadie se lo advirtió y los disfrutó como el que más...

Tambien os comentaré que en una ocasión, un 28 de diciembre, a un amigo de la familia le servimos vino peleón haciendolo pasar por excelente rioja, y se deshizo en alabanzas. Cuando supo que no lo era, se cabreó tanto que estuvo sin hablar con nadie de la familia durante años.

Así que nunca le digais a vuestro amigo lo que comió ;-)



10
De: Antoine Fecha: 2008-10-09 18:52

Siendo muy diferentes en el sabor, tanto uno como otro están buenísimos.
Pero donde esté el cerdo...



11
De: RPB Fecha: 2008-10-09 20:03

"pato de la casa estilo chicharrones de los restaurantes chinos"

Qué vulgaridad. Lo que hay que probar es el magret de pato asado con jugo de cerezas del Valle del Jerte, señor mío.



12
De: RM Fecha: 2008-10-09 20:14

No fue a mala idea, conste. Es que nos parecía chungo montar el numerito a costa del bicho (que estaba buenísimo).

Mi cuñado tiene un truqui con el whisky: sirve el whisky barato en el escanciador, y el whisky de malta en una botella de Dyc. Los amiguetes se pirran por el whisky del escanciador, claro. Él bebe el de la botella de Dyc.



13
De: AJC Fecha: 2008-10-09 20:23

Pues yo soy de la cofradía del queso: ni olerlo, oiga. Más de una vez se han empeñado en metérmelo de tapadillo y el resultado ha sido una vomitona de agárrate y no te menees. Los que me conocen, ya no lo intentan.
Una anécdota: durante varios años, en el hotel donde a la sazón trabajaba, que tenía buffet libre, se servían una especie de churros redondos, que los tedescos devoraban con fruición, tomándolos por calamares a la romana.



14
De: RM Fecha: 2008-10-09 20:27

A mí el queso me encanta. Pero me da asco el yogurt.



15
De: Antoine Fecha: 2008-10-09 20:37

A mi los yogures me encantan, pero los que llevan trocitos me provocan arcadas.



16
De: bladerunner Fecha: 2008-10-10 15:31

De todas maneras, con la tecnificacion (y la tonteria) a la que ha llegado la cocina, te pueden meter lo que quieran que te lo comerias igual.



17
De: RM Fecha: 2008-10-10 18:18

No, no he pedido permiso. ¿Pero quieres que preguntemos a la gente, Don Trascendencias?

Teskíarkaraho ya, nota.



18
De: RM Fecha: 2008-10-10 18:52

I got sunshine
in a cloudy day...