No me ha dado por contar los años que hace que conozco a Jose Joaquín Moreno, entre otras cosas para que el hombre no se me sienta viejo. Le di clase hace un tiempo, en tercero de BUP y en el COU, y aunque no creo que aprendiera mucho inglés, sí aprendió, y él lo reconoce, a leer tebeos.
Igual que a muchos otros ex-alumnos les he perdido la pista, a Jose Joaquín no. Y no porque viva relativamente cerca de casa, ni porque le siga prestando de vez en cuando tebeos (cuando él me los presta, dado el caos que es mi casa, se los pierdo), ni porque hiciera las prácticas del CAP el año pasado en el cole y se lo pasara (él y sus respectivos alumnos), de miedo. Sino, más bien, porque José Joaquín, alegremente vampirizado por mis mismas sedes hemoglobínicas, ha seguido cultivando las mismas aficiones que ya despuntaba cuando ya era un adolescente delgadito y algo tímido.
De ser mi padawan, José Joaquín ha acabado por convertirse, a su vez, en un maestro Jedi de estos tiempos que corren. Está escribiendo una tesina sobre comic americano e historia; colabora con eventos culturales, hace crítica de libros y juegos en Bibliópolis, tiene un programa de radio donde sobrevive de milagro porque se lo toma tan a chota que hasta tiene legión de seguidores, y sobre todo tiene una vida personal intensa, surrealista, burlesca y lúcida llena de anécdotas que provocan por igual la carcajada de la reflexión.
Lleva el hombre un montón de años enviándonos a los amigos mensajes electrónicos donde cuenta, reflexiona, repunta y refiere esas cosas que le pasan y esas cosas que se le ocurren. Con gracia, con cinismo y también con ternura. Mi respuesta (cuando le respondo), es siempre la misma: "Joselito, picha, tú lo que necesitas es una bitácora".
Y por fin ha cedido y aquí la tienen ustedes. Gades Noctem, se llama, y está desde ayer aquí en Blogalia. En su plantilla (tan querida para mí, por cierto) encontrarán ustedes esos mensajes que antes sólo recibíamos sus amigos y ahora recibirá todo el que quiera asomarse: o sea, la vida tal como se vive y se ve ahora la vida, con humor y con amor, con gente rara y gente entrañable, vecinitas sexy, alumnas de clases particulares, jefes taradetes, amigos como una chota. Y, de vez en cuando, hasta el fantasma de un profe bajito que lo vampirizó y destrozó su vida. Eso sí, para mejor.
Bienvenido, Jose.
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