"¿Qué tendrán que ver los cojones con comer trigo?", que se preguntaba el abuelo de aquí uno de los contertulios.
Pues eso mismo me pregunto yo. Leo la noticia de que en Egipto un hombre y una mujer no pueden trabajar juntos en la misma habitación a menos que la mujer haya amamantado al hombre. Y que en Israel la cadena Zara, donde nunca hay tallas para nadie que no tenga menos cinturita que la Barbie, han pedido perdón a los radicales ortodoxos judíos por vender una prenda que mezcla lino con algodón, sustancia impura.
Como si a Dios o el Gran Spaghetti Volador, la Suprema Inteligencia Kree o los Celestiales les importara cómo nos vestimos, qué comemos o con quién trabajamos.
Los cojones y el trigo, lo que yo les diga. Saquen las conclusiones que quieran.
Comentarios (35)
Categorías: Un poquito de seriedad