Para que luego me hablen ustedes de nostalgia. Va mi amigo Miguel, en el almuerzo aniversario del otro día, y nos regala a Juanjo Téllez y a mí un cedé con lo que podría ser una reliquia histórica: la grabación directa de la radio de la primera entrevista que nos hicieron, allá por el año 77, en verano, cuando sacamos aquella revistita de la que les hablaba más abajo.
Radio Cádiz, creo, en la calle José del Toro, si no recuerdo mal, que no recuerdo. Jesús del Río largando y tres pipiolos con los cascos puestos (de eso sí me acuerdo). Téllez, Miguel y yo mismo.
Empiezo a escuchar la grabación (que se oye de pena, por cierto), y no puedo por menos que notar que la voz de Téllez es distinta a como suena ahora, con un deje más pronunciado, más juvenil y hasta algo más cateto. Le preguntan, responde como le dejan (que le dejan poco, por cierto). Me preguntan a mí. Y entonces me oigo, o más bien oigo al yo que yo era. Aquí el impresentable presentándose en sociedad con dieciocho años.
Me cuesta trabajo reconocer mi voz (no sé si estuve nervioso), pero apenas soy capaz de escuchar dos respuestas que hago-hice a lo que me preguntan. Corto la conexión, saco el cedé.
No es sólo vergüenza por lo que pude decir entonces. Es, sencillamente, que el yo que yo soy no está de acuerdo con lo que dije.
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