Decía el gran Adolfo Marsillach, en aquella serie que musicó Aute, "La señora García se confiesa" (No cuente usted con los dedos, de eso se ocupa la historia. ¿De qué le sirve el recuerdo si ya no es suyo, señora?, nos cantaba), que el amor era una dulce sorpresa acostumbrada. Me temo que ya no son tan dulces como quisimos creer que eran, como bien nos cuenta hoy mismo Juaki Revuelta en su bitácora, pero de acostumbradas, un rato. De repetitivas, más bien, un todo. Las Navidades, digo.
Dan el pistoletazo de salida y ya sabe uno que toca retratarse, correr, comer, fastidiarse los pocos ahorros que no tiene (o sea, cepillarse la paga extra), vivir en un sin vivir deseando cosas que no deseaba hace quince días y sin las que se podía pasar perfectamente, y ala, a la vorágine. Qué significativo es el anuncio del canal Sony (porque es un canal, ¿no?), donde nos narra la evolución de las costumbres desde el walkman para acá. Hace justo dos navidades todos los chavales querían un MP3 y ahora todos toditos lo desprecian porque lo que mola es el Ipod (que a mí me parece, diseño aparte, bastante más coñazo).
Uno ya está hecho a casi todo, claudica, pica, paga y calla, pero con lo que no puedo es con los anuncios. Y, más que con los anuncios, con los anuncios de colonia que te meten cuando faltan cinco minutos para que termine tu capítulo semanal de Los Simuladores: diez, quince minutos seguidos de señoras dando saltitos con mucho flu, de maromos macizos y gotisudorosos, de nenas farfullando en francés y de gente que es joven y tienen el poco tacto de refregárnoslo por la cara a los que, ay, ya no lo somos.
Lo que me revienta es qué tendrá que ver la Navidad con oler mal. ¿Estamos potenciando la poca imaginación y, en vez de poner un pobre a la mesa, el mensaje subliminal es que nos canta el alerón y mejor sumergirnos en Abrótano Macho o en Alada? ¿Nos contradicen el mensaje y resulta que las niñas no huelen a lo que huelen las nubes, sino a salvaslip? ¿El paso siguiente al cutrerío institucionalizado por OTs y similares es pegarse una buena loción sobaquera e ir por la vida como si acabáramos de caernos a una tina preparada por el protagonista del libro ese tan cortito que se hace tan largo, El Perfume?
Y mira que son cursis. Cursis de verdad. ¿El anuncio más cursi que hayan visto ustedes en su vida? ¿El más spoilero? ¿El más insoportable? Aquí en la imagen, la imagen de la bella. Por maciza que esté, y aunque seguro que huele a nubes y tiene mirada de burbuja de champán, anda que no es insoportable, pero insoportable de verdad, esa mini-película, obra cumbre de lo kitsch y el tardorromanticismo mal entendido que es la mujer más bella del mundo y el andova intercambiable. Ese, el del Channel número 5.
Seguro que Marilyn Monroe no necesitaba tantas cursilerías para echar un polvo como Dios manda, fuera o no Navidad, cónchiles.
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