Con sólo dos episodios emitidos (esta noche, en Fox, se emite el tercero) Boston legal se ha convertido en una de mis series favoritas del momento, casi a la par de House, a quien imagino que acabará por superar con el paso de los episodios (no en vano los protagonistas de esta alocada historia de abogados cínicos le birlaron un más que merecido Emmy al grandioso Hugh Laurie).
La cosa va de abogados, sí. Como Ally McBeal, imagino, aunque no vi ningún episodio de la delgaducha (lo digo porque he leído por ahí que es del mismo creador). Como La Ley de Los Ángeles (la otra gran serie de Steven Bocho que espero reediten pronto en DVD), pero a lo bestia. O sea, mucho glamour, mucha divorciada lujuriosa, mucho abogado de corbata a juego con el pañuelo del tres piezas que cuesta lo que su sueldo y el mío de medio año... y en medio, trapicheos, puñaladas, rencores, celos, chistes, cortes, chascarrillos, egos desmedidos, zancadillas, pisotones. O sea, como la vida misma. O como imaginamos que es la vida misma.
Al frente del reparto están James Spader, que interpreta a Alan Shore, el abogado joven, intrépido y seductor capaz de recurrir al chantaje por resolver un caso... y de conseguir la libertad de una ex-amante algo locuela que intentó asesinarlo. ¿Imaginan qué puede venir a continuación? Yo del todo no, y por eso me muero de ganas de ver el episodio de esta noche.
En el otro lado de la balanza, no desequilibrándola como podría parecer dado su oronda figura, sino complementándola, está James T. Kirk, quiero decir, el gran William Shatner, bigger than life en todos los sentidos, interpretando al insoportable, vanidoso y genial Denny Crane, el abogado de éxito que habla de sí mismo en tercera persona y repite "Yo soy Denny Crane" unas veinte veces por episodio. No menos carente de escrúpulos que su compañero, Crane es en el fondo una figura trágica a la que Shatner reviste de una especial ternura: es el abogado que lo tuvo todo, que fue el más grande, y que sigue siendo el más grande todavía pero comprende que esos días de gloria tienen ya las horas contadas. Denny Crane, ególatra, presumido, es uno de esos personajes que pueden hacer (como House, a quien descaradamente lo compara la publicidad de la cadena) historia en el medio.
Ya les digo: si tienen ustedes acceso a Fox, y antes de que alguna cadena de tierra lo emita mal y a deshora por aquello de la amenaza que nos va a caer encima con los mundiales, dénle una oportunidad a este grupo de tiburones legales que se ama y se odia, rinde culto al dinero y al sexo y en el fondo nos divierte porque nos da miedo.
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