No siempre tiene uno la suerte de vivir tan de cerca la poesía y los poetas. Anoche, en Cádiz, calle Cánovas del Castillo, delegación provincial de cultura, Luis Alberto de Cuenca nos ofreció un recital de su obra (es decir, de las pasiones de su vida), haciéndonos partícipes durante poco más de una hora de esa extraña comunión entre las palabras y los sueños que es, imagino, eso de escribir poesía.

Presentado por Rafael Ramírez Escoto, quien hizo una presentación hermosa, sentida y experta, Luis Alberto (a quien un amigo común suele referirse como "el poeta") nos encandiló a los muchos presentes que no cabíamos en la sala con su palabra medida y educada, su estilo a la vez lírico y cotidiano, donde lo mismo se cita a un personaje amado del tebeo o la novela popular que se rinde homenaje a los trovadores del tardomedievo o los poetas románticos alemanes. Todo ello, además, en la palabra y la voz de Luis Alberto, o sea, como quizá se tenga que oír siempre a todo poeta, aunque sean pocos los poetas capaces de dar voz a sus poemas (me vienen a la memoria, así a vuelapluma, Fernando Quiñones, Juan José Téllez, José Manuel Benítez Ariza). La sorpresa se produce, además, cuando comprobamos que no está leyendo, sino recitando de memoria: los ojos entornados, la figura recta, y un repaso desde el recuerdo ahora del sueño con los Gigantes de Hielo, de las mujeres que escribieron la historia de su vida, de Peter Pan y Wendy o Roberto Alcázar o Tintín o aquel vestido de satén brillante que lució Dale Arden cuando cayó por fin, allá en Mongo, Ming el Desalmado.

Luego, continuamos la velada charlando y tapeando no ya con el poeta, sino con el hombre (si es que pueden separarse, que sé que no, ambas cosas), y lo mismo nos referíamos a amigos comunes en esto de los tebeos y de los libros que hablábamos de política o de grandes narradores, de ciudades de magia en el trazado de las calles o de leyes de educación y gastronomía popular. Por fin, después de tanto tiempo sin coincidir ni conocernos (siempre llego a los sitios un día después, y ayer casi estuve a punto de hacerlo, pues en el periódico salió la cita equivocada, anunciándose para hoy), pude saludar al poeta y charlar brevemente, y sé que se nos quedaron muchísimas cosas en el tintero, de esas cosas que nos encandilan.

No es extraño que hoy tenga cierta resaca de manzanilla y de palabras. Un honor, un ratito entrañable, y la promesa de pasarme algún lunes, por Madrid, para compartir de nuevo mesa, mantel, conversaciones y tebeos con otros amigos comunes que aman como nosotros amamos todo lo que han puesto ahí para que sea nuestro.

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Comentarios

1
De: CarlosP. Fecha: 2006-02-22 17:16

Que poco me gusta decir....te lo dije.



2
De: RBZ Fecha: 2006-02-23 15:57

Gran poeta y, según parece, buen tipo. Tenemos conocidos comunes pero tampoco hemos hablado jamás (como me sucede contigo, tocayo, al menos en persona...).

Hubo un tiempo en que yo también memorizaba poemas de Luis Alberto y de Roger Wolf... pero nunca hice lo mismo con los mios propios.

En fin, le envidio sanamente D. Rafael, especialmente porque mientras usted disfrutaba de poesía y manzanillas (¡pardiez qué planazo!) yo me sé de uno que estaba encadenado a la mesa del ordenador con nosequérecursourgentequetecagas que tampoco salvará el mundo (aunque lo pareciera).



3
De: Jesús Cuadrado Fecha: 2006-02-27 12:35

Ahí me los reuní a ambos en "De Madrid a los tebeos" (Ayuntamiento de Madrid, 2004).
--



4
De: RM Fecha: 2006-02-27 12:36

Y de usted estuvimos hablando, claro :)



5
De: JMBA Fecha: 2006-02-28 10:07

Me hubiese gustado estar, pero no me fue posible. Así que envidio el buen rato que describes. Comparto el entusiasmo por la poesía de LAdC. Otra vez será.



6
De: fnaranjo Fecha: 2006-03-02 11:51

Ah... estaría bien, sí. Aquí le esperamos...