El primer día sin humo. Ya. Quién me mandaría a mí hoy, precisamente hoy, quedar con tres amigos (Angel Torres, Joaquín Revuelta y Alfonso Merelo), dos de los cuales (los dos primeros) son fumadores empedernidos.
Hoy no es domingo, pero como si lo fuera (lo cual es todavía peor que si fuera domingo). El buenrollismo gubernamental aplicado al tabaco, como no podía ser de otro modo (porque eso ni es prohibición ni nada, leches) se traduce en que todos toditos los bares en los que hemos intentado entrar (los que estaban abiertos, ojo, no se me crean ustedes que hemos ido dando tumbos de uno a oto que tampoco es eso), todos tenían el cartelito de "Aquí se fuma". Quizá porque alguno no llega a los cien metros cuadrados esos de la ley, quizá porque las varas de medir ya saben ustedes cómo son.
Sólo un restaurante (que estaba empetado) tenía la sección de fumadores (en un sitio, por cierto, que creo que no cumple los requisitos, pues es zona de paso o se le parece mucho). En todos los demás lugares, como era de esperar, todo quisqui fumando. Y fumando hoy, me parece, más que nunca. Quizá porque había muchos sitios cerrados (no es domingo, pero como si lo fuera), quizás por el temor de que alguien rectifique, quizás por llevar la contraria o por asentar los reales de cada uno.
En resumen, que a partir de ahora si usted no fuma y entra en un bar se tendrá que fastidiar, porque es seguro como que los números rojos existen que los propietarios de los bares no son tontos y van a permitir fumar en sus localitos, y hasta pondrán frigoríficos y máquinas de helados en las paredes para recortar metros útiles por si algún día llega alguien con un metro y un pliego de multas. O sea, que como uno sospechaba, de momento esto de la ley a medias es una gilipollez: si no se pudiera fumar en ningún bar, por ejemplo, no se perjudicaría a la industria hostelera, ni a los pulmones de nadie, y no recurriría el personal ni a la trampa de troquelar locales ni a la exageración de fumar aquí porque aquí se puede y por si acaso.
Lo dicho. Que para ser el primer día sin humos me huele la bufanda, el jersey, el abrigo a tabaco cosa mala. Si hasta me están entrando ganas de poner la música de Los 7 magníficos y comprarme un caballo mustang...
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