Me comentaba con el despegue justito y la sorna en la boca JuanMi Aguilera que pones a dos frikis juntos y ya la conversación se reduce a elaborar listas. Lo mejor de, lo indispensable de, lo más molón de, las mejores de, las más extravagantes de. Hasta el infinito.
Debe ser la sensación de soledad, el deseo de ser parte de una manada, qué se yo. Llega final de año y, si todos los periódicos y todas las teles nos hacen un repaso de las enormes tragedias y las cosas banales que han ido salpicando los titulares a lo largo de los doce meses que hemos desperdiciado (imagino que, como dice José Manuel Benítez Ariza , para que veamos de lo que nos hemos librado los supervivientes), los foros geek no se quedan atrás, y ya andamos todos votando los mejores libros del año, los mejores tebeos del año, las mejores películas del año, las mejores series de televisión del año, los mejores discos del año. Del año en que ellos las han visto, leído, o escuchado, claro, no importa que sea material más viejo ya que las glebas de Héctor Priámida. Y, como desde que existe internet esto de las votaciones se las toma uno muy en serio y queda democrático y tal (el meme de aquí el invento es que, claro, todas las opiniones son iguales, faltaba más), a todos nos da por dar premios en nombre de nuestro foro y de nuestra página y de nuestra bitácora. Democracia ante todo. Da lo mismo que sea democracia de tres personas. Viste mucho.
Y uno recuerda una vez más a San Esteban (Spielberg) y acepta que la vida no es una carrera de caballos. Ni puñetera falta que nos hace.
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