Nos vamos de excursión a Baelo Claudia, la factoría Cepsa y Gibraltar y me las vi ayer en figurillas tratando de venderles a los chavales la moto. Tuve que advertirlos, claro, de que dejaran en casa los sentimientos nacionalistas (a fin de cuentas un pedrusco es un pedrusco), y recordarles que en casa de cada uno se come la sopa con los condimentos que uno quiere, y que supieran en todo momento que, una vez cruzada la verja que delimita la frontera (si nos dejan pasar, que incluso con carnets de identidad, permisos paternos y no sé cuántas fes de vida más, no las tengo yo todas conmigo), los extranjeros allí van a ser ellos. O sea, nosotros.
Hace dos o tres años que no voy a Gibraltar, y por eso ayer mismo no supe muy bien, ya digo, qué excelencias contarles de la Roca y su entorno: ¿Que existe un Wendy además de un McDonald´s? ¿Que venden unos pañitos de croché monísimos para ponerlos encima del televisor, bajo el torito bravo o la muñeca de Lola Flores? ¿Que hay paraguas baratísimos, y camisetas del Manchester, y dos librerías con títulos en inglés? ¿Que los bobbies y los soldados usan unos zapatones que ni Fofito? ¿Que tengan cuidado dándoselas de listos y no intenten mangonear nada en los puestos al aire libre, por fácil que parezca, porque de fácil no tiene nada y los pueden enchironar a la primera de cambio? ¿O que tengan cuidadín con los monos, que están más resabiados todavía y se cabrean contigo si sólo les haces fotos y no le das un trozo de bocadillo?
Antes, viajar a Gibraltar, al menos para mí, tenía un punto exótico. Y, si se podía entrar con el coche, sólo por llenar el depósito de gasolina te merecía la pena el viaje: allí el combustible va tirado de precio. Como uno no fuma, no le ve la menor gracia a comprar tabaco. Y el whisky, que es el alcohol que allí está también barato, bueno, es un aliciente pero tampoco es que cueste lo que una cerveza. Son interesantes los helados, el pan inglés, la mermelada de verdad, el chocolate que se come.
Y, de vez en cuando, antes, la posibilidad de comprar un video, o una revista de cine, o un dvd que aquí no se encontraba ni a tiros.
Ayer, cuando le contaba a los chavales las maravillas del lugar, me di cuenta de que los videos, las revistas de cine, los dvds que puedan interesarme, los puedo encontrar hoy fácilmente vía internet, y sin moverme de casa. Por eso hace dos o tres años que no visito Gibraltar, mismamente. La red ha matado a la Roca, la ilusión por el viaje.
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