Pero vamos a ver, ¿estos tipejos dónde se creen que están? ¿En la tasca de la esquina? ¿En un partido de fútbol de tercera regional? ¿En un combate de boxeo? ¿O en una pelea de gallos?
Qué vergüenza. ¿Es que no había nadie mejor para que una parte de este país les entregara con su voto una confianza que están haciendo añicos? ¿Es que aquí todo vale? ¿Aplastar al adversario, de cualquier manera? ¿Ya que no hay argumentos (o no se saben defender los argumentos) pasamos al griterío, al abucheo, a la bronca de patio de escuela?
Confunden ustedes, señores parlamentarios, ese templo que es de todos nosotros con ese programa que va a decirnos, afortunadamente, adiós. Dan ustedes lástima. Dan vergüenza. El mundo no puede ser así. Su trabajo no puede ser así. Tienen ustedes que escuchar a quien habla, porque en ese momento habla por un montón de gente. Y mientras tenga la palabra, ustedes pueden rascarse los huevos, la nariz, leer la prensa o decir "compra, vende" por el móvil. Pero déjense los insultos en casa. Déjense los abucheos. Déjense de risitas y de pataletas (¿no les quemó las entrañas la mirada de Pilar Manjón, hace unos meses? A mí todavía me inquieta, y no soy ustedes).
Y ustedes son, literalmente, los elegidos. Y ustedes tienen, por cojones, que representar al pueblo. Que liderarlo. Que encauzarlo. Que enseñarle unos modos. Que mimarlo. Tienen que dar ejemplo. Tienen que demostrar que están ahí por algo: por voluntad de servicio, por inteligencia, por afán de trabajo. No por ganar unos millones y ponerle un pisito a la querida. No para soliviantar la paz. No para dar rienda suelta a sus instintos básicos. No para convertirse en perros callejeros, en patanes de feria, en botarates de rifirafe.
Que no vivimos en el far west. Que están haciendo ustedes daño a eso que dicen defender. A todos nosotros. A sus votantes y a su partido, también. Están sembrando odios, malas costumbres, rencores y desafectos.
No sirven ustedes ni para estar en la oposición. Ya los echaron del poder una vez. Cuidadito, no vaya a ser que sus propios votantes, que seguro que tienen más cerebro que muchos de ustedes, decidan también ponerlos de patitas en la calle, a la vista de que ustedes no tienen ni pajolera idea de para qué sirve un diputado, cuál es la liturgia sagrada de un parlamento.
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