Disculpen ustedes las molestias. Una familia de troyanos, al parecer sin relación ninguna con Héctor, Paris y demás hijos de Príamo, se ha instalado en mi ordenata y están haciendo esas cosas tan divertidas que hacen los troyanos, como apagarme el cacharro cada vez que les da la gana. Miedo me da que algún día los inventen que te lo puedan encender también cuando les salga a alguien de los cataplines.
Pues eso, mientras llamo al buen doctor que manejando un cuatrimotor acabe con las brujerías del brujito del Bulumbú para que me cure con la vacuna con las vacunalulalunalú, me temo que tendré que disfrutar de un par de días de estar repasando 24, a ver qué nueva burrada se le ocurre a Jack Bauer.
Permanezcan en sintonía, plis. Unos minutos de publicidad y ya volveremos.
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