Parece que no, que no se entera el nota. Qué se le va a hacer, si sigue vistiendo la misma camisa de franela a cuadros que compró en un saldo de Sears allá por el 74.
Que resulta, señores, que sale por fin la trilogía original de Star Wars en dividí. Y vale que sea la retocada (cosa que, quitando la escenita de Han Solo y Greedo, no me molesta demasiado), y vale que solo hable Carrie Fisher, como si los demás no tuvieran nada que ver con el tema. Y vale que, en español, las voces sigan siendo planas y no tengan el eco que tienen los actores si se les escucha en versión original.
Lo que me deja perplejo es que, a estas alturas, se anuncien dos ediciones: una oro y otra plata. O sea, una en formato widescreen (la plata) y otra en formato telecine (la oro). O sea, una tal como se debe de ver y otra recortada, mutilada, descompuesta para que quepa en una tele... como si los usuarios del dividí no fueran ya en su mayoría completistas, frikis del cine, amantes del coleccionismo puro y, sobre todo, no tuviera el mundo mundial ya el 99,9 por ciento de las películas (de todas las películas) en formato panorámico. Vale que tío George quiera ganar dinero con lo suyo (yo también, no desespero), pero para eso podía haber sacado un pack con la versión original y otro con la versión ampliada, y todo el mundo tan contento. Sacar a estas alturas una versión telecine... joder, qué tontería.
Hace unos años, cuando salió en video (qué lejanos tiempos) La amenaza fantasma (sí, lo sé, estoy de acuerdo, es un bodrio), me tuve que patear todo Cádiz buscando la versión widescreen: en casi ninguna parte les había llegado la ampliada (menos en El Corte Inglés, qué curioso). Y se lo advertí a mis chavales: si quereis ver la peli tal como es, compradla en panorámico, no en telecine, que se pierde información por los lados, que se altera el montaje, que no se ve un gurruño.
Algunos no me hicieron caso, y eso que eran fans del cine y fans de Star Wars (más que yo, incluso). Supongo que porque eran jovencísimos y porque les podía, como a mí, la impaciencia de tener la peli en casa.
Recuerdo que en aquella clase (y Javi y Gonzalo se pasan por aquí todavía), eramos pocos y bien avenidos, y una mañana, como no teníamos otra cosa que hacer, los metí a todos en la sala de video y, zas, puse a la vez la peli mía (widescreen) y la peli de Coro (la del formato telecine). Eran el día y la noche, blanco y negro, un churro y un churro con chocolate caliente. Se notaba en el ritmo, en el montaje, en los primeros planos ampliados para que la cosa no desentonara: tanto, que a veces hasta se desencuadraba la sincronía de las dos pantallas al unísono.
Creo que fue Javi (ya lo confirmará por aquí), quien comentó, cuando terminó el pase doble: Bueno, voy a tener que comprarme la peli otra vez. Y yo le dije, me parece, que no, que se la iba a comprar por vez primera.
Pues lo dicho. Que haga George Lucas con su serie y sus dividíes y sus cosas lo que le de la gana. Pero no sean ustedes tontos y, si van a picar, piquen y compren la versión widescreen. Los recortes nunca merecen la pena.
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