En esta semana y pico que hemos estado a oscuras, no sé a ustedes, pero a mí me podían la frustración y el mono. También, claro, la posibilidad de haber perdido un material del que, anárquico siempre, no había hecho ninguna copia de seguridad. Lo que aquí escribo lo escribo aquí, porque éste es mi cuaderno de trabajo, y no lo escondo en otros rincones del disco duro. Tendría que hacerlo, y he jurado y perjurado que, a partir de ahora, lo haré escrupulosamente. Sé que tampoco voy a hacerlo.
Ya sabía que no todo se había perdido y ahora compruebo que las historias están intactas. Curioso. Me lastima un tanto haber perdido los comentarios al último post, lo que decían no solo los lectores de paso, sino mis alumnos de antes y mis amigos de clase de ahora. Debo estar haciéndome viejo o me puede el egocentrismo una vez más, pero voy a echar de menos esos comentarios que, sí, me alababan el ego, pero también indicaban que lo que aquí escribo, más que lo que en otras partes hago, también llega a quienes quiero.
Por lo demás, poco que decir. O mucho que añadir y gran desorden, puro desentreno. No he ido al cine. Sigo leyendo a trompicones. Traduzco a ratos, porque no me concentro en lo que estoy haciendo (traducir directamente de las páginas originales del autor no solo carece de emoción, sino que se hace muy lento, muy tedioso). Tebeos, bueno, ni uno que me llame la atención.
Lo más importante, supongo, que tenemos casi al cien por cien luz verde para la Hispacón que celebraremos en Cádiz el año que viene. Ayer mantuvimos la reunión con los encargados de Cultura del Ayuntamiento y, sí, hay ganas, hay ilusión, hay muchas ideas. Esperemos que también contemos con el dinero suficiente para hacer las cosas como queremos hacerlas.
En el colegio la vida sigue, las clases siguen, y a la euforia de los primeros días, y al calor insoportable, se le añaden las primeras afonías, los primeros resfriados y los primeros cansancios. Ahora llueve, y la humedad relativa del aire hace que en ocasiones nos asfixiemos todos en el aula. Tranquilos, no pasa nada: la semana que viene será peor, porque empezaremos las clases por la tarde.
Celebré mi santo y nadie me regaló lo que quería, aunque dicen que todos los santos tienen novena. He visto un par de pelis en el Plus que psé, ni matan ni pican. Sigo enganchado a CSI (algún día escribiré sobre el tema), y sé que tarde o temprano (más bien pronto) acabaré por comprar los deuvedés de Buffy que ya tengo en inglés.
Hablando de Buffy, he conseguido enganchar también a mi amigo Rodrigo, que se negaba en redondo (y ya es raro en él) a salir de casa cargado de videos. Su desprecio inicial (porque no creía que pueda haber una serie mejor que Babylon 5), ahora se ha trocado en admiración. Sé que este sábado (ya hablaré de este sábado el próximo domingo... espero), vendrá a por una nueva ración de Cazavampiros.
En el cole, claro, se me nota el plumero vampiril. Hoy mismo he pasado los últimos minutos de clase charlando con las niñas sobre Buffy y la dicotomía Angel/Spike. Va ganando Spike, claro. Va a ganarle Spike a Angel a partir de la semana que viene, cuando se enganche a la serie del vengador oscuro.
Las clases de Literatura Universal siguen su rumbo. Ya se escandalizan menos, o se aburren más, aunque yo sigo con las pilas puestas y me encanta leerles esa maravilla que es "Fuga de Muerte" o explicarles que la belleza puede ir de la mano de un tema escabroso o tabú: mismamente, el poema-canción o lo que sea de Aute, "Dentro". Ya saben, cómo hacer arte poética hablando ni más ni menos que de una masturbación.
He vuelto a comprobar, por si alguien lo dudaba, que la magia existe. Fue el martes pasado y no vean cómo lamenté no poder venir aquí corriendo para gritarlo. Les había pedido a los chavales que trajeran para clase un poema. Un poema, no una poesía, les recalqué, por si entendían a qué me estaba refiriendo. Muchos y muchas trajeron, por pura casualidad, poemas de Neruda. Yo mismo les iba a leer los versos más tristes de aquella noche.
Lo hermoso, lo mágico, lo inadvertido hasta esa misma mañana fue que se conmemoraban ese día treinta años justos desde que Neruda murió o lo murieron, y al final las clases se convirtieron en pequeño homenaje a su memoria de gran poeta, ya que los advenedizos de siempre, los rascapelotas, no se han olvidado de recordar desde esa prensa provinciana y revanchista y mojigata que también tuvo una ideología política que hoy consideramos negativa y se creen, desde las teclas de su cretinez y su falta de visión, que los grandes hombres y los grandes genios no tienen derecho a equivocarse.
En fin, que estamos otra vez aquí. Superamos el apagón (ese apagón que tantas veces provoco en clase para que comprendan que vivimos gracias a la tecnología, que sin electricidad no seríamos nada, que no podríamos escribir siquiera), y Crisei y Blogalia entera vuelven a funcionar. Imagino los sudores y los esfuerzos que habrá costado, y solo me queda expresar, como todos, mi más profundo agradecimiento.
La luz se ha hecho, por fin. Ahora la red vuelve a ser de colores.
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