Estamos hablando de televisión y de grandes actores (no solo de televisión), y nos llega el mazazo de la muerte de John Ritter, o sea, de Jack Tripper de Apartamento para tres, la deliciosa (y para mí superior a la original) adaptación californiana de la serie británica Un hombre en casa que tanto impacto tuvo en España a finales de los setenta. Curiosamente, la versión original (gran parte de su éxito, estoy seguro, se debe al doblaje de ese grande que es Luis Varela) no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo. La versión americana, que emitió Telecinco a principios de su andadura y que permitió que en mi casa fuéramos cinco cuando todavía no eramos cuatro, es todo un clásico de la comedia de situación. El gran personaje que era Jack Tripper (y Robin Tripp en la versión inglesa, reconozcámoslo), su sinvergonzonería, su buen humor, su mirada picaresca y su capacidad para meterse en líos y salir de ellos fueron sin duda partes del éxito continuado de una serie que incluso sobrevivió a la deserción y los problemas de diosa de la bella rubia Suzanne Sommers.
Ritter era un gran cómico, pero también un notable actor de registro. Lo vimos también en It, que yo recuerde. Y en alguna película medio olvidada de Blake Edwards, y soportando niños demoníacos y hasta haciendo de aspirante a padre robótico en Buffy.
El corazón se le ha partido a los 55 años. El cascarrabias señor Roper ya no tendrá a quién achacarle su inutil mediocridad de ser humano, ni podrá seguir envidiando la sana alegría juvenil de Jack Tripper.
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